Capítulo dos

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Hoy es la prueba, mamá me ha escogido la mejor ropa posible: Una camisa negra, un pantalón oscuro y unos viejos zapatos de papá.


—Te ves tan guapo—me dice mamá con una sonrisa triste en su rostro moreno—, idéntico a tu padre.

Papá murió, bueno...eso quieren que creamos, el apenas pasó la prueba y pudo vivir feliz junto a mamá durante años, hasta que se descubrió que daba clases clandestinas y entonces fue asesinado.

—Gracias...—digo con melancolía, sé muy bien que puede que sea el último día que pasemos juntos antes de que me lleven lejos por fallar la prueba.

De un segundo a otro, mamá empieza a llorar y se lanza sobre mí, gimiendo y pidiéndome que no la deje, que soy lo único que le queda...No quiero abandonarla, ambos sabemos lo que pasará, me llevarán lejos y no nos volveremos a ver...

—Por favor, cariño, no me dejes...—solloza ella, aferrándose a mi camisa mientras la mancha con lágrimas calientes.

—Mamá, sabes que...—trato de contener un gimoteo—...si los dos lloramos será más difícil para ambos...

No puedo evitar las ganas de llorar, ¿Quién cuidará de ella...? No puede defenderse, es frágil como una flor, se enferma con facilidad...Ella, mi amada madre de tan solo treinta años sigue pareciendo una jovencita... ¿Qué clase de depravados se aprovecharían de ella si yo no estoy para defenderla...?

Ambos nos abrazamos y dejamos fluir nuestras lágrimas de dolor, siento que tengo un fuerte complejo de Edipo...adoro a mi madre por sobre todas las cosas del mundo...

—Amor, mi niño, prométeme que siempre pensarás en mí...—ella llora y yo no sé cómo consolarle, mi madre es lo único que amo...si la pierdo...

Una campanada.

Dos campanadas.

Tres campanadas.

Es la hora...Debo irme, me separo de mamá y ella se seca las lágrimas con la manga mientras me da la mano y empezamos a caminar directo al edificio donde se realizarán las pruebas: "La Academia".

La larga falda de mamá es ondeada por el viento y sus rizos se despeinan...en serio es hermosa, no sé por qué aún está sola.

"Porque tú alejas a los ineptos" me responde una pequeña voz dentro mío a la que llamo conciencia.

Las calles están llenas, aún más de lo usual, las personas llevan a sus hijos sin preocupación alguna porque saben que pasarán...Los únicos tristes somos mamá y yo. Las edades de quienes tomarán la prueba son entre los catorce y quince años, todos son comunes y corrientes, o al menos eso creo yo, tal vez, solo tal vez ...entre toda esa masa de estupidez haya un poco de vida inteligente.

Mientras mamá y yo caminamos miramos distintos sitios...uno en especial: Un campo para cadáveres que yacen pudriéndose lentamente en la nieve, ahí van los que no son reclamados, los que se oponen al gobierno...probablemente los huesos de mi padre estén ahí.

Estamos cada vez más cerca y los demás van cruzando las enormes y oxidadas puertas de hierro del lugar de mis pesadillas, una vez que yo me acerco mamá suelta mi mano y se pone en puntillas para darme un beso en la mejilla.

—Buenas suerte...—susurra ella, yo la miro tristemente y le doy una sonrisa melancólica antes de darme la vuelta y perderme entre la multitud.

.

.

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Estoy sentado esperando que llamen mi número, desde que "Ellos" se llevaron a los más listos dejamos de tener apellidos y empezamos a ser identificados por números...Estúpido en serio, pero bueno, ser parte de mi familia no es estúpido, adoro a mi familia...o bien, único familiar viviente.

He fallado la prueba, he fallado épicamente, creo que he cometido errores inolvidables y voy a sufrir por eso.

Jamás veré de nuevo a mamá, ella sufrirá, yo sufriré...Ella se quedará en casa, yo iré al campo de concentración.

Las personas cerca de mí se van levantando, sé que el momento está cerca, ya casi van a decirlo...

Mencionan el número del chico a dos asientos del mío junto con su resultado...Aprobado, como era de esperarse de un idiota, mujeriego, incompetente que vive ahogado en su propia lascivia...Sí, ese es el hijo del supuesto "clérigo del pueblo".

Ahora mencionan el de la chica a mi lado junto con su resultado...Aprobado. Ella se levanta con una sonrisa estúpida y se acerca a la salida del salón 39-B.

Es mi turno, conozco el resultado y sé que los demás también, por algo soy el maldito bicho raro del lugar.

—Número 63...

Es mi turno, sé lo que pasará y lo que se dirá.

—...reprobado.

Me levanto de mi asiento y camino hacia el mostrador a que me den mi boletín con letras rojos enormes que digan "Falla".

Tomo el boletín de las manos de la mujer que lo lleva en manos y empiezo a leerlo:

Número: 63

Ubicación: Pueblo K-17

Resultado: Falla

Edad: 15

Lugar de reubicación: Montaña DC, LSC-63

Estado: Gravemente enfermo

Grado de enfermedad:  CI-130.

...No pudo ser peor.

Número 63Donde viven las historias. Descúbrelo ahora