Capítulo siete

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Estamos un enorme y viejo edificio, todo alrededor está cercado con lo que parecen ser verjas electrificadas, ruego a lo que sea que hay en el cielo que no lo sean. Frente a nosotros, que vestimos un uniforme blanco de manga larga hay una fila de soldados con armas de fuego.

Van a ejecutar a aquellos que han venido solos en el tren, a aquellos que tuvieron la mala suerte de no sentarse con un compañero.

Estoy aterrado, no por mí, puesto que no me importa morir ahora, por los que temo son los demás. Muchos están temblando y otros lloran por el miedo, Marcus está escondido detrás de mí, con sus pequeños puños aferrados a mi uniforme, no puedo culparlo, en el poco tiempo que lo conozco me he dado cuenta de lo emocional y asustadizo que es.

Juliet, que está parada junto a mí, mantiene la cabeza gacha con su cabello castaño ocultando su rostro, parece no querer mirar lo que va a pasar.

Los sonidos de los disparos hacen eco en la gran sala, cerca de quince personas yacen con agujeros en la cabeza y los sesos desparramados en el piso, la sangre nos ha salpicado, cubriendo el antes blanco uniforme con color rojo oscuro y a la vez brillante y haciendo que muchos de los rostros entre la multitud terminen con manchas escarlata.

Es curioso que ya casi no me moleste verlo, ¿He perdido la sensibilidad al dolor ajeno? Muchos han gritado y se han cubierto los ojos por no querer ver los acontecimientos que acaban de suceder...Yo simplemente me he quedado mirando como los cuerpos caían al piso.

Puedo sentir la humedad en mi espalda, me doy la vuelta para mirar y me encuentro con una pequeña figura con lágrimas brotando de sus ojos azules, está sollozando y parece que llorará a moco tendido.

Él se lanza sobre mí, aunque la verdad no es como si pudiera moverme de mi lugar, y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, no para de llorar y balbucear cosas incomprensibles, parece que tardará un buen rato en recuperar la compostura.

Es como un pequeño y tierno hermano menor al cual cuidar y proteger, con su pequeña figura e incapaz de defender, al igual que mi madre necesita que alguien cuide de él para no sucumbir a cualquier situación, sin importar que tan minúscula e insignificante sea.

—...t-tengo miedo...—dice entre balbuceos, aferrándose aún más a mí—...m-mucho...

No sé cómo reconfortarlo, lo admito, no tengo idea de cómo ayudar a un pequeño niño que acaba de presenciar tan sangriento espectáculo. Lo único que se me ocurre es acariciarle el cabello.

Wow, no tenía idea de que fuera tan suave...Se siente casi tan suave como el de mi madre, con el cual desde pequeño me entretenía pasando mis dedos por su cabello y peinándola.

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Marcus y yo estamos en una pequeña habitación con dos camas, él está sentado en la cama de la derecha, tiene las piernas retraídas y la cabeza apoyada en las rodillas, no ha dicho palabra desde que nos metieron aquí a base de ponernos una pistola en la cabeza.

Sé que está mal, tal vez no quiere hablarme o prefiere estar solo...

Deseo decirlo algo, no quiero perder al único amigo que tengo sólo porque no tengo maldita idea de que decirle. Tiro mi cuerpo hacia atrás sólo para conseguir chocar con una maldita pared de hormigón, más que un campo de concentración parece un hospital psiquiátrico...Aunque únicamente he leído sobre ellos, no creo que siquiera el Archiministerio, el "Oh tan magnífico gobierno de nuestra oh tan grandiosa nación de nombre X" se preocupe por la existencia de enfermedades mentales.

X, un pequeño país en una locación desconocida, presumiblemente una isla, ya que por lo que sé el mundo es redondo y el océano Z se ha tragado casi toda la tierra, así que la suposición más fiable es que sea una pequeña isla perdida en un interminable océano azul, la mayoría de las especies de las que he leído están extintas ya que aquí el clima es nieve, lluvia o granizo...Y si tenemos suerte, un poco de sol.

Se supone que antes de que "Ellos" llegaran el mundo estaba sumido en aquello llamado "Tercera Guerra Mundial" o algo así, no entiendo cómo puede haber una guerra entre todo mundo...La verdad es que lo único bueno de X es que como es el único país conocido no puede haber ninguna guerra...a menos que sea una guerra civil; luego, por algún motivo desconocido empezaron a aparecer una cantidad sorprendente de tsunamis...y entonces "Ellos" llegaron, se llevaron a los más inteligentes de la raza humana, el mundo cae en lo que parece ser una especie de invierno perpetuo que sólo se va por unos pocos meses...Finalmente, en lo que aparentemente queda del mundo, la insignificante nación de X es fundada.

Luego de eso, de entre las ruinas de lo que parecía ser un edificio gubernamental, es construido un pomposo y terrible lugar llamado Archiministerio, con un estúpido Archiministro, o Gran Ministro, o Supremo Ministro...Vaya ego el de ese tipo, tantos títulos y para mí únicamente significa una cosa: Tarado.

¿Qué otra palabra puede describir al peor gobernante en la historia de X? Aunque la verdad es el peor porque ha sido el único que hemos tenido, porque, vamos, ¿Qué clase de gobernante declara el mostrar un poco de razonamiento es una enfermedad grave y contagiosa?

—...Oye...—la voz de Marcus, que se me ha acercado mientras no lo notaba por estar sumido en mis pensamientos, me saca de mi trance—...puedo...uh...

El retuerce las manos con nerviosismo, no parece estar seguro de lo que va a decir. Su mirada se dirige al frío y blanco suelo de la habitación antes de decir algo.

—... ¿P-puedo dormir contigo...? Tengo miedo...—dice en voz baja, está nervioso y asustado...un niño en un mundo donde pueden matarlo por cualquier bobería. Tiene un año menos que yo, o sea catorce, pero la verdad es que parece un niño pequeño de aproximadamente diez o doce años.

—Uh, claro—digo, moviéndome a un lado de la cama. No es que la cama sea muy grande, en realidad es de una plaza, pero siempre dormí así con mi madre.

Marcus se trepa a la cama y se acurruca junto a mí...Es como el hermano menor que nunca tuve.

Número 63Donde viven las historias. Descúbrelo ahora