Capítulo cuatro

219 23 51
                                    


Camino por el tren mirando a las personas...ninguna debe pasar de los quince años, por aquí debe estar mi asiento...

Cuando diviso uno final, rápidamente camino hacia el sin mirar atrás ya que nada me queda por perder. Mi amada madre, la única persona en la que confiaba, fue asesinada de una mera grotesca por mi culpa...

Junto al asiento vacío hay un chico, o mejor dicho niño, bastante delgado y que parece estar a punto de caer dormido, tomo asiento junto a él y me dedico a mirar por la ventana.

Árboles, nieve, soldados abusando del cadáver de una pobre niña...lo de siempre.

Algo toca mi hombro, cuando me giro a ver es el chico que dormitaba, su cabeza reposa sobre mi hombro tiernamente... Su cabello esta aún más despeinado que el mío, pero aun así se ve lindo, su piel es muy pálida, cerca de su pecho, que se ve por su camisa mal abotonada, hay una cicatriz...soldados, supongo...esta aún más delgado que yo, me recuerda a un pequeño y frágil brote en la nieve...Una visión celestial comparado con lo dantesco que suelo ver a diario.

Una de sus blancas mejillas tiene un parche y sobre su nariz hay una bandita, parece haber sufrido un accidente.

No me sorprende, muchos de los reprobados al llegar a casa son golpeados y despreciados por sus propias familias.

El chico se remueve y cambia de posición, apoyándose completamente sobre mí...no puedo apartarlo, tiene unas ojeras profundas, despertarlo sería cruel.

—Mamá... —el chico llama a su madre en sueños...Demonios, trato de contener mis lágrimas...mi madre, mi amada madre...vi como esos malditos se aprovechaban de su cuerpo y su fragilidad...para luego matarla...sólo porque no quería que me llevaran...

Supongo que podría hablarle, después de todo iremos los dos al mismo sitio, no me vendría mal tener a una persona con un CI adecuado con la cual hablar.

El tren se detiene, no...lo detienen, desde la ventana puedo ver como soldados están a los costados...una inspección de rutina...o al menos eso espero.

Los soldados entran a mi vagón y veo como empiezan a revisar a la gente...hump, al parecer se aprovechan para tocar a las chicas en lugares indecibles...No me sorprendo, cuando desobedeces al gobierno inmediatamente tu rango se vuelve inferior al de un animal...Un esclavo o peor.

Según ellos somos enfermos mentales, por lo que no nos importa...

Tarados.

Sacudo suavemente al chico a mi lado, él se remueve incomodo mientras abre sus ojos...sus ojos...más azules que el cielo y el mar juntos...

—¿U-uh...? —el chico hace un rostro somnoliento completamente adorable, suelta un pequeño bostezo y me mira confundido—, ¿Ya lle...?

Le cubro la boca con una mano y le señalo a los soldados con la otra, el asiente confirmándome que comprendió lo que pasa. Él se aleja un poco y desabrocha su camisa dándome una visión perfecta de su pecho desnudo...¡¿Qué se supone que está haciendo?! Inmediatamente se empieza a arreglar la camisa con las manos temblándole, una vez que su camisa está abrochada a la perfección se sienta derecho y retuerce las manos, no lo culpo, muchas personas son maltratadas por los soldadospor cosas tan simples como que no les guste su vestimenta.

Aunque no lo conozco, me da un poco de pena y sujeto una de sus manos para tratar de calmarlo, él me da una mirada confundida mientras que un mechón de su despeinado cabello rubio cae sobre sus ojos.

—¿Por qué...? —pregunta él, dándome una mirada curiosa y a la vez tierna que me recuerda a un niño pequeño.

—Te explico luego—respondo, esperando que los soldados no nos escuchen. Ambos nos mantenemos en silencio tratando de ignorar lo que ocurre a nuestro alrededor, poco después los soldados llegan y toman al chico rubio del brazo, intento protestar, pero me callo porque sé que será peor si alguno de los dos interfiere.

—Uh, ¿Pero que tenemos aquí...? Pero si es el mocoso...—un soldado le habla al muchacho de cabellos rubios como si se conocieran. El chico rubio pone cara de desagrado y parece al borde del llanto, en serio quiero interferir, no quiero ver que maltraten inocentes frente a mí.

¡¿Qué se supone que está haciendo el bastardo?! El soldado ha empezado a desabrochar la camisa del muchacho rubio mientras que él se retuerce tratando de escapar...todos se quedan sentados, algunos apartan la vista y otros lloran desconsolados.

Sin pensarlo dos veces me levanto, no voy a permitir que hagan lo mismo dos veces frente a mí. En menos de diez segundos mi puño ha impactado en el rostro del soldado, sé que es probable que me lleve un castigo terrible por lo que acabo de hacer...pero no me importa, necesitaba hacerlo.

El chico rubio corre detrás de mí, parece tener miedo y sabe que la pasaré mal por defenderlo, todos en el vagón lo saben.

—¡ASQUEROSO CRIO! —el soldado saca un cuchillo de su bolsillo y me toma del brazo, sé lo que pasará, creo que perderé un dedo o algo. Cierro los ojos y espero, me niego a gritar porque no les daré la satisfacción...Me muerdo los labios, puedo sentir el cuchillo penetrando en mi palma y girando...Es doloroso, muy doloroso, apuesto a que cuando abra los ojos lo único que veré será rojo sangre.

Quiero llorar, pero no me atrevo, mi madre no me crió así, no soy un maldito cobarde, aún después de todo lo que a ella le hicieron jamás derramó una lágrima mientras suplicaba que no la mirara.

Siento como el cuchillo sale de mi mano y borbotones de sangre fluyen sin control, abro mis ojos sólo para encontrarme con el maldito bastardo riendo con suficiencia, creyendo haber logrado una hazaña o algo.

Es un dolor indescriptible y aun así trato de no llorar, quiero tirarme al suelo y gritar en agonía, pero aguanto por orgullo...

Poco a poco los soldados se retiran, pero no sin antes patearme y mirarme mal...Maldita sea, quiero morir para ya no sufrir así...

Las personas se acercan a mí, el primero en llegar es el chico rubio que intenta ayudarme a incorporarme.

—¡Dios! —el chico inútilmente trata de ayudarme, con lo pequeño que es no puede lograr nada.

—No te preocupes—intento hacer una sonrisa—, estaré bien...

Número 63Donde viven las historias. Descúbrelo ahora