Epílogo

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Llevamos varias horas caminando y Marcus no se despierta todavía...Si no fuera porque puedo sentir su leve respiración, temería por que estuviera muerto. No es tan raro en realidad, ya estoy acostumbrado a verlo dormir, pero no a cargarlo mientras duerme, aunque no es difícil ya que debido a su delgadez y a lo pequeño que es no pesa casi nada.

—¿Todavía no despierta? —pregunta Juliet junto a mí, a pesar de que tenemos cubiertos un buen tramo de terreno no nos atrevemos a hablar en voz alta por miedo a que cualquiera pueda escucharnos.

—No—respondo mientras la miro con ojos llenos de pesar. El sol ya se está poniendo y no creo que pueda aguantar un poco más, tengo los brazos cansados y las piernas me duelen como si se me estuvieran quemando—, ¿Podemos parar?

Ella no dice nada, sólo se sienta entre las raíces de un árbol y suelta un profundo suspiro, ella seguro está tan cansada como yo. Pongo a Marcus con delicadeza sobre el suelo, de nuevo usando mis piernas como un tipo de almohada improvisada. No puedo evitar quedar embelesado por su belleza, sin darme cuenta he empezado a tararear una canción que no escucho desde lo que siento mucho tiempo...Porque es la verdad. La última vez que la escuché fue viniendo de una persona cuyo rostro temo olvidar, pero recuerdo su voz perfectamente. Mis recuerdos de ella son un triste sueño...Un sueño donde ese alguien preciado para mí fue destruido por mi culpa, en mi pecho sólo quedó una soledad vacía que creí que nunca se llenaría...y entonces conocí a Marcus, que sacó esa horrible sensación de mí. Por eso ahora prometo abrazarlo fuerte y nunca dejarlo ir, prometo protegerlo, lo juro...No dejare que lo lastimen más, ni a él, ni a Juliet.

Puedo sentirlo moverse en mis piernas y puedo ver como abre sus hermosos ojos azules. Esos ojos que no me miran, si no que se quedan mirando hacia el vacío.

—Marcus...—digo su nombre en voz baja mientras lo abrazo lo más fuerte que puedo.

—¿Uh...? ¿Ya es de noche...? —pregunta él con confusión en su voz. No es de noche, eso es seguro, la tenue luz del sol se filtra entre los arboles casi como un rayo de esperanza en la oscuridad infinita—...¿E-es de noche, cierto...?

—¿Qué...? No...—respondo apartándolo de mí. Puedo ver como sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas cristalinas y una siento como si metieran una mano en mi pecho y estrujaran mi corazón hasta casi hacerlo reventar—. Marcus, es de día...

—N-no juegues...por favor no digas eso...

—¿Q-qué...? ¿Por qué no..?

—Porque...todo está tan oscuro...


Número 63Donde viven las historias. Descúbrelo ahora