SINÓPSIS

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Conoces esa sensación donde vives el día a día viendo como todo sigue y no puedes hacer nada para evitarlo, para parar y hacer otras cosas, aquello que grita  tu interior, algo que pueda llenar y calmar el vacío que se aloja dentro de ti, la angustia de pensar que siempre será así,  que nada cambiará, así me sentía, así era como  vivía, pidiendo a gritos silenciosos ayuda, algo que me hiciera vivir y olvidar todo lo malo, que mis fantasmas se fueran, quería ganar por una vez en mi vida, quería ganar la guerra

Suspiro ante mis pensamientos y entro al salón, busco con la mirada la cabellera lisa de Ann, la encuentro en una de las mesas del fondo, camino hacia ella, me siento en una de las sillas y saco una manzana de mi bolso.

— Sabes cuál es el nuevo chisme que corre por nuestros pasillos — la chica se sienta a mi lado para luego mirarme y suspirar

La miro en silencio — ¿Cuál? — dejé de jugar con la manzana que se encontraba en mis manos y dirigí mi mirada a la chica, ella me mira con preocupación, no hago nada, solo espero que hable, analizo por un minuto a Ann, la verdad nunca había podido analizar del todo a la chica frente a mí, cuando creía saber algo, ella venía y me hacía dudar de lo que sabía.

— El director Informó que desde mañana empezarán a llegar nuevos alumnos, becados para ser más exacta- su tono de voz era despectivo y yo suspiré, había pasado varios años a su lado, y como dije, aún no lograba entender partes de ella, a veces la veía sumergida en sus pensamientos, podía ver destellos de dolor en ellos, y luego no había nada, volvía a ser ese bloque de hielo, frio, cruel.

Aprieto mis labios y hablo— ¿Y eso en que nos afecta? — dije tratando de encontrarle lo preocupante de la situación, no me importaba si llegaban nuevas personas, tampoco tenía problemas con los demás, prefería mantenerme alejada de muchas cosas, los conflictos estaban entre esas cosas, tenía suficiente con lo mío - No le veo nada de malo - me encojo de hombros bajo su mirada.

Ella me mira unos segundos ,— Nos afecta demasiado,  estaremos rodeado de gente que no es como nosotros —  su mirada se vuelve seria, como si estuviera recordando algo— Hay que verlo de este modo — dice haciendo señas raras con las manos — nosotros somos el veneno y ellos las ratas, y este lugar desde mañana estará infectado de ellos, es nuestro deber dejarles claro su lugar —   Ann alza la barbilla y me mira unos segundos – Se que no compartes mi opinión, porque tu corazón a pesar de lo que has pasado sigue puro – yo la miro unos segundos, no digo nada – Pero yo he visto la maldad, y dejé que parte de esa maldad me corrompiera, y lo hice por mera sobrevivencia, porque era mi única opción – yo no digo nada, ella tampoco espera que lo haga, solo asiento y nos quedamos así por unos minutos hasta que el profesor o profesor entra e inicia la clase.

Las dos horas restantes pasan rápido, así que cuando el timbre suena, no dudo ni un minuto en guardar mis cosas y salir, no miro atrás, solo  salgo del instituto y voy directo a mi auto, al entrar suspiro, miro la hora, eran exactamente las seis y media, tratando de calmar cualquier pensamiento que quiera llegar a mi mente miro al cielo,  un poco de calma entra en mi corazón y sonrío, luego voy directo a casa.

Despierto con el sonido de la alarma y con mi mano busco el botón para apagar el horrible sonido que esa cosa producía, cuando lo encontré volví a relajarme en la cama, suspire y pensé en el día que me esperaba al salir por esa puerta, debía aguantar de nuevo a todos, aguantarme a mí y a los demonios que vivían susurrando y rompiéndome un poco más.

El sonido de la puerta  me saca de mis pensamientos  y suspiro resignada, no tendría más descanso, ignoro el sonido pero cuando la vuelven a tocar se me hace imposible ignorarlo — Adelante — dije lo suficientemente fuerte para que la persona del otro lado escuchara, la puerta se abre y puedo ver a Martha, mi nana y ama de llaves, le sonreí con cariño, ella había sido mi apoyo y el hombro en el que lloraba cuando todo el infierno se desató.

— Mi niña, su padre me manda a informarle que saldrá a un viaje de negocios y que volverá en un par de semanas — dijo regalándome una sonrisa llena de cariño, pero en sus ojos había un rastro de tristeza, yo no dije nada, nunca decía nada, sabía muy bien porque de nuevo el gran señor O' Donnell huía de mí, trataba de no verme ignorando por completo a la única familia que le quedaba.

— Esta bien Martha — le regale un pequeño intento de sonrisa que ella respondió de la misma manera.

-      Mi niña, su padre la ama, solo que aún no puede con el dolor de haberlas perdido – yo no digo nada, ella suspire y luego sale de mi habitación dejándome sola.

Quiero preguntarle por mí, yo también perdí a mi mama, a mi hermana gemela, y de paso a mi papá, que hacía yo con eso, a mi papá lo culpaba por eso, y a mí, por sus muertes.

- Pero yo también perdí todo esa noche - susurro para mi misma.

Miro mi habitación examinado cada rincón y me detengo cuando veo un cuadro, me levanto de la cama haciendo que mis pies desnudos hicieran contactos con la alfombra, a paso lento me dirijo hacía donde se encontraba el cuadro, se encontraba mi madre abrazada por mi padre y a cada lado de ellos, dos pequeñas niñas idénticas.

Un nudo se forma en mi garganta, pude ver a una familia sonriendo feliz, llevo mi mano hacia pecho, duele, éramos tan felices, muchas veces me pregunto ¿por qué ellas y yo no? ¿Por qué yo tuve que quedarme aquí recibiendo el desprecio de papá?

Y pensar que de esa familia ya no queda nada, sólo quedan las cenizas de lo que fuimos, esa noche se nos fue arrebatado todo, si solo no hubiera insistido en mi capricho, si tan solo hubiera desistido seguirían vivas, si tan sólo hubiera sabido lo que pasaría, cierro los ojos cuando la voz en mi cabeza vuelve a torturarme.

Fue tu culpa

Fue un accidente, trato de decirme a mí misma, como si eso pudiese borrar todo, como si las palabras se fuesen a olvidar por ello.

Trato de alejar esos pensamientos de mi mente y me dirijo hacia el baño, en donde me despojo de la ropa y me doy una ducha tratando de eliminar cualquier pensamiento de mi mente, trato de volver a la calma, de no dejarme vencer, de luchar, pero cada día se siente más difícil.

Después de unos minutos salgo del baño con una bata azul tapando mi cuerpo y con una toalla pequeña enrollada en mi cabello.

Dejo caer la toalla al suelo y me dirijo hacia el closet en donde saco una muda de ropa la cual no demoro mucho en ponerme.

Me miro en el espejo y suspiro, ésta no es la misma chica de hace tres años, poseo el mismo cuerpo, la misma cara, pero mis ojos ya no brillan de la misma manera, mis ilusiones, mis sueños, ya nada es igual.

, Bajo las escaleras de dos en dos y saludo a Marcus, el mayordomo de la Gran casa O' Donnell y me dirijo hacia la salida, no trato de buscar a papá, sé muy bien que no querrá verme, y yo tampoco podría con el peso de su mirada.

Llego al instituto con quince minutos de retraso, muerdo mi labio inferior y suspiro, nunca me consideré una persona puntual, al contrario, es un mal hábito que nunca se me ha podido quitar.

Camino a paso rápido hacia la sala de Cálculo en donde se encontraba el profesor Marqués  explicando las maravillas de los números, al entrar miro los bancos desocupados hago una mueca al ver que mi lado está ocupado por Dan Smith el chico con el que mi padre había querido emparejarme más de una vez y cuando siente mi mirada me dirige una sonrisa coqueta a lo que yo hago una mueca de asco y camino en dirección al único puesto desocupado, el cual  se encontraba al lado de un chico que  miraba por la ventana.

Yo aclaro mi garganta haciendo que el chico se volteara a mirarme— Hola, soy Faith - digo mirándolo con una sonrisa, tratando de parecer agradable, debía ser de los nuevos, nunca lo había visto, me mira unos segundos, puedo ver un rastro de sorpresa en su rostro, pero luego su mirada se vuelve fría e intimidante, hace una mueca de desagrado con sus labios.

—  No me importa tu nombre, ni siquiera lo he preguntado  — su voz es fría y causa que un escalofrío recorra mi cuerpo, la forma que me mira fue como si quisiera degollarme y  trago saliva tratando de eliminar el malestar que estaba sintiendo,  pero el sentimiento de miedo aún no salía de mí, así que confusa y muerta de miedo me volví a mirar al profesor, aunque aún podía sentir su mirada puesta en mí, como si fuera su presa.

OJOS NEGROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora