CAPÍTULO 11

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Camino por los pasillos a paso lento, sintiendo la mirada de todos sobre mí, y como no, aprieto mis labios, no me gustaba la sensación que producía sus miradas sobre mí, aunque sabía porque me miraban, había vuelto después de casi un mes sin dar señales de vida, sin mayores justificaciones y con moretones que gracias al maquillaje eran muy poco notorios.

El toque del timbre hizo que todos empezarán a desaparecer de los pasillos, algunos hombros rozan con los míos y me tenso, me dolía aún el cuerpo entero, había sido un error volver, lo sabía, ya no había lugar aquí para mí, recuerdo que tengo clases de cálculo y suspiro, decidí volver porque ya no quedaba nada para terminarlo, sentía que podía con esto, pero ahora ya no lo veo tan fácil, cuando llego a la puerta del salón suspiro antes de tocar, después de unos segundos la puerta se abre y el profesor me mira sorprendido, tampoco lo culpo, rápidamente me hace pasar sin dejar de mirarme , me tenso, era difícil de soportar, ese monstruo había dejado huellas difíciles de borrar, tenía desconfianza de todo, y todo por Kain, por esa bestia que me había destrozado.

Al momento de entrar el salón queda en completo silencio, aprieto con fuerza mis dientes, sus miradas me asfixiaban.

Me dirijo al asiento de siempre, al lado de Ethan, ese chico del último día, mi compañero de puesto mira atento mis movimientos pero lo ignoro por completo, dejo mi mochila en el suelo y el solo movimiento duele, cierro los ojos por un instante tratando de aliviar el dolor, el cuerpo completo me dolía, me siento como puedo tratando de no mostrar dolor en mi cara, la mirada del chico seguía fija en mí, yo lo miro seria, su mirada era extraña, pero no me importaba, no me molestaría en indagar en eso, no era de interés para mí, nada lo era, mucho menos lo haría después de esa última conversación, me había quedado muy claro su opinión.

— Me alegro que haya vuelto señorita Faith, espero que se ponga al día en la materia — yo asiento con la cabeza sin decir nada, no había por qué.

Miro la pizarra y suspiro, había mucho que hacer, hago una mueca al mirar mi mochila, me reprendo mentalmente por haberla dejado en el suelo, pero estaba tan jodidamente incómoda que no pensé en lo mucho que me costaría tenerla conmigo de nuevo, suspiro e intento agacharme para recoger mi mochila del suelo pero el dolor en las costillas se volvió a hacer presente, me enderezo en la silla, formo una línea recta en mis labios tratando de luchar con el dolor, sin pensarlo mucho vuelvo a agacharme pero el dolor en mis costillas se incrementa con fuerza por el esfuerzo y no puedo evitar soltar un pequeño gemido de dolor, el cual al parecer nadie escuchó, y lo agradezco, no necesito la lastima de nadie, volví a mi posición inicial al sentir una mirada sobre mí, no me esfuerzo en buscar los ojos de quien me mira, sé muy bien quien es, y por ello frunzo el ceño con molestia e incomodidad, él no debía mirarme, nadie tenía que hacerlo, escucho un suspiro por parte de mi compañero de puesto, para luego agacharse, la distancia que nos separa es poca, su olor llega a mis fosas nasales, me remuevo incómoda haciendo más distancia entre nosotros, luego de unos segundos el chico de ojos negros vuelve a aparecer con mi mochila en manos, yo permanezco en silencio mientras que el chico deja mi mochila en mi mesa, yo lo miro y el dirige su mirada hacia mí, pienso en decir algo o hacer como si nada pasó, pero después de unos segundos recuerdo que yo no soy él.

— Gracias — digo aun mirándolo, el asiente con la cabeza sin dejar de mirarme, examinándome, al ver que no dirá nada aparto la mirada, no pienso en sus recientes acciones, no tengo porque hacerlo, así que mi mirada se centra en el hombre que explica frente a todo el salón, lo demás no importa.

Cuando termina mi última clase yo me quedo esperando que todos salgan, y cuando todo está en silencio es mi momento de salir, los pasillos se encuentran llenos de gente, mis labios forman una línea recta, ignoro las miradas poco disimuladas que todos me lanzan, siento esa sensación de asfixia así que mis pasos se hacen más largos hasta llegar al patio, busco un árbol en el cual ganarme tranquila y con algo de suerte logro encontrar un banco justo cerca de un árbol.

Me siento con mucho cuidado, luego de un rato me permito mirar a los demás, algunos se encuentran con su respectivo grupo, riendo, tal vez contando anécdotas, otros se encuentran en pareja, sonriendo feliz, y otros como yo que prefieren estar solos, aunque sea por un rato.

Mi teléfono vibra en el bolsillo de mis jeans, lo saco y veo sorprendida el mensaje.

Papá 16:34 p.m.

¿Todo está bien?

Miro el mensaje por unos minutos y me debato entre responder o no, me pregunto porque su nueva actitud, desde mi estadía en el hospital siento que algo cambio, y no sé cómo actuar respecto a eso.

Lo está 16: 42 p.m.

Esa es mi única respuesta, al no obtener respuesta bloqueo el celular y lo vuelvo a dejar en el bolsillo de mi pantalón.

Vuelvo a sentir una mirada sobre mí y me tenso, suponía de quien se trataba, y para ser sincera sentía cierta molestia al ser observada por él.

Así que lo busco entre la gente y lo encuentro sentado en el pasto, a varios metros lejos de mí, lo cual agradecí, lo miro con el ceño fruncido, no quería que me mirara y trataba de hacerle saber con mi mirada mi molestia hacia al él, al parecer logra captar mi mensaje porque aparta su mirada y yo lo agradezco.

Pongo mi mirada en el cielo y suspiro, ya he tenido suficiente por hoy, así que con ese pensamiento me levanto con mucho cuidado del banco, tomando mis cosas en el proceso, ya en pie suelto un suspiro y me dispongo a salir del edificio, ya tuve mucho por hoy.

OJOS NEGROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora