CAPÍTULO 13

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Me miro al espejo, los ojos grises que me devolvían la mirada habían perdido su brillo, estaban vacíos, mi cabello castaño que siempre se encontraba suelto y bien alisado ahora estaba amarrado en un moño mal hecho, mi piel que antes estaba libre de base hoy estaba cubierta con ella, tratando de cubrir los moretones que aún no desaparecían, mi cuerpo estaba cubierto por un simple jeans negro y una polera animada unas tallas más grandes que la mía, llevaba unas van negras y un simple bolso sin brillo, definitivamente no me reconocía, solía adorar ir hermosa, pero ahora no me sentía así, me sentía sucia, no me sentía la misma, sentía que no quedaba nada de lo que pude ser en el pasado, todo mi esfuerzo de salir adelante se estaba yendo por la borda, y yo no hacía nada para evitarlo, no tenía la fuerza para hacerlo.

Salgo de la habitación y bajo las escaleras a paso rápido, miro a mi alrededor, Martha no estaba por ningún lado, abro la puerta principal y tomo la bicicleta azul que estaba apoyada en la puerta del Garaje, me monto en ella y salgo en dirección al instituto, al llegar algunas miradas caen en mí, los ignoro, aún seguía siendo el centro de atención del lugar, era obvio que sería así, pero joder, podrían disimular un poco.

Me bajo de la bicicleta y le pongo el candado, me dirijo hacia la puerta del instituto, al entrar el ruido llega a mis oídos, aprieto mis labios, rápidamente me dirijo hacia el salón de cálculos, el chico de ojos negros estaba en su lugar, lo ignoro, me siento en mi lugar, el dolor en mis costillas ya no era tan intenso, ahora era soportable, siento la mirada del chico sobre mí, me giro a mirarlo, sus ojos inspeccionaron mi cara, no aparto mi mirada, sus ojos negros se toparon con los míos, vi duda en su mirada, lo miro confundida, no entendía su repentina actitud, el mismo lo había dicho, estoy sola, soy dañina, aparte la mirada y mire hacia la ventana, cerré los ojos y a mi mente llegaron imágenes, trate de que estas se fueran, mis demonios dormían, no podían despertar aquí, no frente a todos ellos.

La imagen de Kain apareció sin previo aviso y sentí desesperación, trato de alejarlo de mi mente, mientras más trataba de apartarlo, más imágenes llegaban, cierro los ojos con fuerza, aprieto los puños hasta el punto de sentir como mis uñas eran enterradas en la palma de mi mano, un nudo se forma en mi garganta y unas terribles ganas de llorar aparecen, ten calma, falta poco, la voz en mi cabeza me habla, la desesperación aumenta y una lágrima cae justo cuando suelto un grito casi inaudible, siento mis manos temblar y pongo más fuerza en ellas, tanta rabia y dolor no hacía bien, pero no me importaba, aunque ese demonio haya desaparecido seguía en mi mente, de ahí nunca se iba, abro los ojos y trato de buscar una forma de distraerme, de calmarme, debía hallar una manera o colapsaría.

La mirada del chico de ojos negros estaba puesta en mi nuevamente, no quería que me miraba, que nadie me mirara, estaba tratando de calmarme, no lo estaba logrando, las imágenes en mi cabeza aparecían como si de una película se tratara, volví a cerrar los ojos ordenándole a mi mente que se detuviera, sabía que colapsaría pronto, tomo mi mochila y me levanto de la silla, la mirada de todos se fue sobre mí, no miro a nadie, salgo del salón escuchando murmullos tras de mí, no había caso, estaba segura que siempre me perseguiría, y no sabía si podía ser capaz de detenerlo.

Miro la manzana que se encontraba en mi mano, me la llevo a la boca y le doy una mordida con muy pocas ganas, a lo lejos diviso a Annabel Clapton con unas personas, quizás sintió mi mirada porque me mira y mueve la cabeza en modo de saludo, yo trato de hacer lo mismo, por lo que me había enterado se casaría pronto, por sus ojos podía notar que no era feliz, siempre supe que al igual que yo sufría, pero era demasiado necia y cerrada para hablarlo, siempre prefirió mantenerme lejos de esa parte de su vida.

Por el rabillo del ojo puedo ver como alguien se acerca a mí, lo reconozco después de unos segundos, Max Stuard, el chico nunca había entrado en algún escalafón del lugar, habíamos tenido la oportunidad de hablar antes, lo que me gustó de él fue su manera de ser, la libertad que transmitía, era como un nuevo aire cuando estaba cerca, y aunque nunca lo dije, algunas veces noté como Ann lo miraba, siempre veía añoranza y dolor cuando lo hacía, pero ella nunca lo nombraba.

- A veces los días suelen llorar - dice para luego sentarse a mi lado, yo lo miro en silencio tratando de comprender sus palabras - Tus ojos, parece que hay una tormenta dentro, pienso que todos somos un día, y ahora lloras - no dije nada, pero si podía sentir como me miraba

- ¿Y tú qué sabes de días que lloran? - dije encarándolo, él me mira y sonríe un poco, pude ver como su mirada se desvía hacia una persona que yo conocía bien, pero no dije nada, no era de mi incumbencia

El chico se quedó unos segundos en silencio y luego apartó su mirada y volvió a mirarme - Lo sé porque he visto llorar un día por muchos años, y ese día siempre ha sido mi favorito

Yo asiento con la cabeza, no pregunte a que se refería, nos quedamos unos minutos sin decir nada, su compañía no me era desagradable, no me miraba como si quisiera saber el ultimo chisme, ni tampoco intentaba querer saberlo todo, solo me hacía compañía, y lo valoraba, porque ahora me sentía más sola que nunca, y eso me pesaba.

- ¿Y los días dejan de llorar en algún momento? - pregunté, quería saber si yo en algún momento dejaría de sentirme tan rota y vacía - Ese día que tanto te gusta, ¿crees que también dejará de llorar?

El suspiró, parecía pensar su respuesta, luego me miró y sonrió un poco - Todos los días dejan de llorar en algún momento, aunque parezca que el llanto nunca acabará, lo hace, acaba y puede reír, eso es lo bueno de llorar, al final uno termina riendo - dice mirándome, pero luego su mirada se torna seria - Y de mi día favorito, pues hubo un tiempo en el que solo reía, pero sus hojas se fueron marchitando por culpa de quienes lo regaban, hasta que solo pudo llorar, pero descuida - dice esta vez con un pequeño brillo en los ojos- Se de alguien que sabe cómo hacer reír a los días que lloran.

Yo le sonrío, y siento que ese chico se quedará por mucho tiempo en mi vida, así que sin dudarlo le ofrezco una manzana de mi bolso y el la acepta con una sonrisa, y así nos quedamos hasta que llega la hora de irse, en silencio y con la compañía del otro.

OJOS NEGROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora