CAPÍTULO 10

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Miro desde mi ventana como la lluvia cae, aún no podía creer que ya no estuviera en ese lugar, hace una semana que logré salir, una semana desde que no he dicho palabra de lo sucedido, después de que el policía me encontrara a medio morir me llevo al hospital más cercano en donde me atendieron, me reconocieron gracias a la denuncia que se hizo tras mi desaparición y el aviso en los hospitales de la ciudad, lo cual agradecía. gracias a eso se pudieron comunicar con mi papá.

El hombre se mostró preocupado, llegue a sentir la esperanza de que esto nos uniría nuevamente, pero lo recordé, no había sido un padre en todo este tiempo, sabía que no lo sería ahora, así que solo me limite a estar en silencio mientras el me cuidaba, solo hablé cuando llegó la policía pidiendo mi declaración.

Me tuvieron dos días en el hospital, pero al no encontrar heridas graves pedí mi alta, los doctores se mostraron a la defensiva, pero mi padre los convenció, apelando que en casa tendría a alguien cuidándome, no volví a hablar, sentía que si hablaba me terminaría rompiendo, me ofrecieron un psicólogo, pero no le veía el caso, tal vez era porque ya casi nada tenía mucho sentido para mí.

En cuanto a Kain la policía se está encargando de buscarlo, pero aún no hay rastros de él, tengo miedo, miedo de que después de recoger mis pedazos vuelva de nuevo o tal vez venga algo mucho peor, pero que me quedaba, tan solo debía esperar.

Así que ahora estaba de vuelta en casa, y no sabía cómo sentirme al respecto, ya nada se sentía igual, miro la hora en el pequeño reloj que se encuentra junto al cuadro familiar, 11:34 p.m., mañana debía volver al instituto así que decidí irme a la cama, ya allí cerré los ojos tratando de conciliar el sueño, pero lo único que logre fue que las imágenes de mi infierno llegaran a mi cabeza, tenía miedo.

Kain venía hacia mí con esa sonrisa escalofriante que lo caracterizaba, yo atine a arrastrarme para alejarme de él, ya que estos últimos días lo único que había hecho era golpearme, torturarme, cuando casi llegaba a un rincón sentí como jalaban mis pies y trate de soltarme pero estaba débil y mi fuerza era mucho menor que la de esa bestia, de un tirón lo tenía encima de mí, trate de apartarlo con mis manos pero lo único que conseguí fueron unos par de golpes en la cara, empezó a besarme, recorrió mi cuerpo con sus sucias manos.

- No lo hagas por favor, no lo hagas - en ese momento tenía la cara bañada en lágrimas, pero él en vez de apartarse solo siguió sin tomar en cuenta mis súplicas - Por favor.

Un golpe me hizo callar nuevamente - ¡Cierra la boca ya! - sentí que no me quedaba más que hacer, estaba débil por culpa de los golpes y la mala alimentación.

No luche más, solo sentía las lágrimas mojar mi cara mientras él entraba y salía de mí.

— No, no, no — me abracé a mis piernas y escondí el rostro entre mis brazos, no sabía cómo curarme, no sabía cómo seguir, todo se estaba yendo de mis manos y no tenía en donde apoyarme, no tenía absolutamente nada, todo se me había arrebatado.

- Te protegeré pequeña, siempre - sus ojos azules me miraban con ternura y yo sonreí feliz, no estaba sola.

- Gracias Alex, eres todo lo que tengo, no me gustaría perderte - lo abracé fuerte, al igual que él a mí, él era mi sostén, era mi amigo, mi hermano.

—Tu no debías pagar por mi Alex, tu no — lloro en silencio tratando de encontrar un poco de calma, pero no había nada que lograra calmar ese sentimiento, había perdido todo, mi familia, mi mejor amigo, me perdí yo misma, estaba rota, sola y tenía miedo, miedo de que mis demonios me consumieran, lo estaban consiguiendo y eso me aterraba.

Veo mis uñas mientras que mamá y Mia conversan animadamente, miro la hora en mi celular, 00: 34, suelto un suspiro y Mia se vuelve a mirarme.

OJOS NEGROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora