Capítulo 3

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Me desperté y aún no había amanecido. Vi que estaba en mi hamaca, junto a Chuck y Thomas. Los gritos del chico del día anterior se seguían oyendo. Ningún otro clariano se había despertado.
<<Seguramente ya estén acostumbrados a dormir con gritos.>>
Intenté volver a dormirme, pero no pude.

Amaneció y busqué el cepillo que había dentro de mi caja. Comencé a cepillarme el pelo y divisé a Alby acercarse.

- Buenos días verducha. ¿Preparada para ver qué se te da bien hacer?

- Sí, claro. Pero deja de llamarme verducha, anda.

- Vale, vale. Vamos.

Primero fuimos a desayunar. Había en la cocina algunos clarianos. Algunos desayunando, al igual que Alby y yo, y otros trabajando. Otro pequeño grupo de chicos se dirigía hacia el interior de esos enormes muros en los que se suponía que estaba el laberinto.

- ¿Aquellos son los corredores? - Pregunté en cuanto tragué un trozo de manzana.

- Sí. Van al laberinto todos los días, a buscar una salida. Pero hasta ahora no han encontrado nada.

- Así que dentro hay un laberinto. - Murmuré haciéndome la tonta, por si acaso Chuck no me debería haber dicho lo del laberinto.
Al acabar de desayunar, Alby me llevó a una pequeña granja que había. Un chico ya estaba allí trabajando, y al verme una sonrisa se dibujó en su rostro.
La primera impresión que tuve al empezar a trabajar con Winston, si no recuerdo mal, es que no iba a aguantar ni cinco minutos más con el olor a mierda de cerdo y la sangre. Fingí que me mareé para poder librarme cuanto antes de eso. En cuanto me "recuperé", Alby me dijo que ayudara a Fritanga en la cocina. Se me daba bastante bien, pero no era un trabajo que me llamara la atención.

- Podría probar con los...¿mediqueros? - Pregunté insegura, no sabía cómo los llamaban y me daba vergüenza hacer el ridículo.

- Sí, mediqueros. ¿Quieres probar? Puedo preguntar a Clint a ver si necesitan ayuda.

Al final accedieron a que me quedase con ellos. Me enseñaron cosas básicas, y me dijeron que les ayudara con Ben, el chico al que habían picado. Yo simplemente les pasaba las cosas que me pedían, me aseguraba de que ningún otro necesitaba más ayuda y en una ocasión tuve que ayudarles a sostener a Ben en una convulsión. No paraba de decir que Thomas había creado todo esto, que él nos había metido aquí... Y también gritaba. Mucho.

- No se está recuperando como los otros... Es extraño. - Comentó Clint.

- Lleva sólo un día. ¿No necesitan más tiempo?

- Sí, pero pasadas una horas dejan de delirar, y él sigue.

Por la tarde nos fuimos, dejando solos a Ben y sus deliros. Yo, como siempre, me fui con Chuck. Estaba hablando con Newt. Nada más llegar al lado de Chuck unos chillidos resonaron por todo el Claro.

- ¡AYUDAA! ¡SOCORRO! - Gritaba Thomas mientras corría sin mirar atrás.
Alguien le perseguía, y no me hizo nada de gracia que fuera esa persona la que le perseguía. Ben. Se abalanzó sobre Thomas, mientras éste se defendía.

- Quedáos aquí, no os mováis. - Nos advirtió Newt y salió corriendo en dirección a Thomas y Ben. Todos los clarianos se habían acercado, impidiéndome ver lo que pasaba. A los pocos segundos dos chicos arrastraban el cuerpo inconsciente de Ben. En ese momento Gally se acercó a mí con cara de preocupación.

- ¿Te ha hecho algo Ben cuando estabas trabajando?

- No, estoy bien. - Le aseguré y le dediqué una sonrisa. No me imaginaba a Gally como los demás me lo habían descrito. Él me dio un corto beso en la mejilla y volvió a encararme.

- Por cierto, la cabaña que te dije estará en una semana o así. La hemos construido cerca de la Hacienda, por si alguna vez necesitas ayuda.

- Vale, gracias. - Le di un abrazo y se fue.

Todos estábamos rodeando las puertas de los muros que daban al laberinto, y un chico asiático traía a Ben atado mientras él suplicaba que le dejara.

- ¡Por favor, Minho! ¡Juro que no lo haré más! ¡Por favor! - Lloriqueaba Ben mientras los dos se acercaban a nosotros.

- Ten cuidado. Las puertas se van a cerrar en nada. - Me susurró Gally al oído.

- No se me había pasado por la cabeza entrar, tranquilo. - Le dije con ironía. Volvió a su sitio.

Minho llegó a centro del círculo de clarianos, quedando en frente de las puertas. Le cortó a Ben la cuerda que le ataba y se alejó.

- No podéis hacer esto. Por favor. No volveré a hacerlo, lo juro. Por favor, ¡por favor!

No le hicieron caso y unos pocos, entre ellos Gally, fueron acercándose a los muros con lanzas apuntando a Ben, obligándolo a acercarse al laberinto poco a poco. Cuando ya estaba casi dentro de las puertas y en frente de mí, un brillo malicioso apareció en sus ojos.
- Pues si yo entro ella también. - Dijo a la vez que me agarraba del brazo y salía corriendo hacia el interior del laberinto. Intenté zafarme de su agarre, pero me tenía bien sujeta y no pude escaparme. Chillé y volví a intentar escaparme, pero fallé otra vez. Cuando estábamos ya dentro del laberinto, me di la vuelta hacia el Claro. Minho intentó entrar para ayudarme, pero los demás le sujetaron para que no lo hiciera, gritándole que si no moriría. Apenas oía nada, los nervios, la rabia, la furia y las ganas de llorar se apoderaron de mi cuerpo. Chuck gritaba mi nombre y pude ver una lágrima surcar su rostro. Noté una mano en mi brazo, y en ese momento me acordé de los abanicos, los cogí rápidamente, me di la vuelta, los abrí y rocé la garganta de Ben, que cayó al suelo formando un charco de sangre en el suelo. Volví a darme la vuelta para mirar hacia el Claro y las puertas se cerraron. Estaba sola. Dentro de un laberinto. Y sabía que moriría.

EL CLARO | [Newt y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora