A lo largo de nuestra vida a todos nos han llegado a poner un curita, ya saben esas tiritas que es ponen sobre heridas para protegerlas y evitar que sangren.
Pero pronto se caen, y las debes nos estar renovando constantemente: en ese momento en el que tienes que buscar una nueva, la herida queda al descubierto y duele más, pero, cuando lo volvemos a poner, se siente una sensación de tranquilidad.
A veces, la herida es más profunda y necesita puntadas, esto es mejor ya que cierra definitivamente la herida y sólo queda una cicatriz.
Lo mismo pasa en el amor.
Al acabar una relación, necesitas a muchos curitas en forma de amigos, para que te ayuden y apoyen, eventualmente ellos no pueden estar al 100% contigo, es ahí donde la soledad vuelve y la herida se vuelve a abrir hasta que llega alguien más.
Después, las puntadas vienen a sellar definitivamente la herida (aunque no quita que quede algún huequito) y la cicatriz te obliga a recordar lo que viviste y lo que ahora eres.
Hay personas que sólo tienen 1 o 2 cicatrices, hay otras que su cuerpo entero está lleno.
Yo espero coser los pedazos de mi corazón con el hilo del amor pronto.