Hollywood pinta el último año de preparatoria como algo maravillo:
Tienes a tu grupo de amigos que será para siempre, encuentras al amor de tu vida, pasa algo que te hace reflexionar sobre la vida y tienes una aventura extraordinaria.Pero no es así.
Nunca es así.Estos tres meses de clases he llorado más de lo que he llorado en toda la preparatoria, me he dado cuenta que estoy sola, muy sola.
Fui testigo de cómo la injusticia y el qué dirán corrompían a personas que yo consideraba como mis héroes, dejándome con la enseñanza de que nunca van a pesar más tus logros que tus errores y que tu voz a veces si tiene valor y a veces no.A pesar de que el año pasado fue un gran año académicamente hablando, no lo fue para mi salud mental: me obsesioné con la idea de ganar, de ser perfecta, de ser aquella persona a la que recurrían cuando se necesita ayuda o cuando necesitan mandar un representante digno de la escuela.
Pero este año no es así.
Jamás va a ser así.He decepcionado y me he decepcionado. Ya no doy mi máximo en cosas que el año pasado excedía las expectativas, la gente ya no recurre a mi, sólo porque ahora levanto un poco más mi voz cuando veo que algo no está bien o es justo, confirmo que les agradaba por mi silencio.
Y toda esta ira, toda esta desesperación, toda esta tristeza que me carcome por dentro sale a relucir en los momentos menos esperados, hiriendo a personas que amo y adoro con todo mi corazón.
"Esperaba más de ti". Yo también, no se preocupen.
Quisiera volver a como yo era.
¿Qué me pasó?