La vida se encarga de darme duras lecciones.
Me mandan al ruedo sin estar preparada.
Pero, ¿algún día lo estaré?
¿Qué pasa si nunca estoy lista?
A veces los días son tranquilos, sólo un simulacro.
En otros, la bestia que el hombre llama "vida" se encarga de darme una emboscada y tirarme.
Sus cuernos perforan mi alma y mi corazón.
Sus ojos me llenan de miedo, ¡es tan grande!
Tan intimidante...
Lucho con todas mis fuerzas.
Lamento decir que nunca le he ganado.
La bestia se va y yo me quedo tirada en el suelo, completamente sola.
Los abucheos no tarda en llegar:
Están enojados, furiosos.
No entienden como no pude haber ganado.
Creen que es muy fácil.Y nadie se acerca a ayudarme.
Las heridas que me dejó la bestia son internas, así que nadie las ve.
Y, como todo el mundo está acostumbrado a no creer lo que no ve, interpretan que estoy bien.
Nadie baja al estrado y me revisa.
Ahí se daría cuenta lo mal que estoy.A veces me gustaría dejar de hacerlo.
Retirarme de ese trabajo.
Retirarme de la vida.
He sufrido tantos daños que ya no se dónde empieza y dónde termina cada cicatriz.
Lo único que se es que las batallas siempre me dan más fortaleza...