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De verdades, y más allá, besos que saben a amantes

—No tengo cara para reclamarte, sin embargo te fuiste sin despedirte —Eso fue lo primero que Sehun dijo cuando recuperó el aliento después de que Luhan le espetara con aquellas palabras.

Luhan tenía la boca abierta, no podía creer el cinismo brotando de la boca del muchacho que estaba parado frente a él y que le miraba como si la vida se le fuera en ello.

Estaba molesto, sabía que tenía que lidiar con Sehun en su electiva, sabía que debían ser compañeros de clases y enfrentarse pero simplemente el que estuviesen ahora "Improvisando" lo sacaba de sus casillas.

«Fuerza» le había susurrado Jongin antes de despedirse cada quien a sus respectivos lugares, sin embargo, fuerza era lo que le estaba faltando para llevar a cabo si quiera respirar con regularidad.

De paso esta improvisación, de "Improvisación" no tenía absolutamente nada. Además estaba Sehun que le decía libremente que «Te fuiste sin despedirte» menudo hijo de...

—¿Y qué querías que hiciera? —respondió en su lugar—. ¿Tenía que quedarme en este lugar a aplaudirte mientras tú te reías de mí? Por favor.

Los alumnos en los asientos estaban a la espera de cada palabra, sus miradas clavadas en Sehun y Luhan, la Señora Choi demasiado emocionada e importándole poco demostrarlo públicamente y que su hijo le estuviese pidiendo que detuviese todo el teatro.

—No obstante, te extrañé —dijo Sehun, su voz sonando baja, sus ojos brillantes. Aquella mirada que Luhan en algún momento creyó sincera.

No más.

—¿De qué sirve mentir si ya sé la verdad? ¿Es otra apuesta? ¿Cuánto te van a pagar? ¿Extrañarme? No me hagas reír, Oh Sehun.

Luhan entendió en ese año que pasó que él no era marioneta, que era una persona que merecía respeto y que por ende nadie podía hacerle menos, o pasar por encima de sus ideales, y sueños. Que era importante en el mundo, y que debía existir alguien capaz de darle todo ese amor que merecía. Tao le enseñó a Luhan a quererse a sí mismo, a respetarse y a darse lo mejor y no las sobras o miseria de nada.

—No sabes las horas en vela que pasé preguntándome cómo estabas —dijo Sehun, sin importar lo que Luhan le había dicho. Desde que había comenzado la plática lo único que hacía el menor era ignorar sus palabras y salir con cualquier cosa para confundirlo.

—Levantándome, haciéndome una persona mejor. Una persona invencible. En eso estaba.

Sehun suspiró, y caminó dos pasos hacia delante.

—Yo por el contrario me volví un miserable —explicó y Luhan frunció el ceño—. Bebí por primera vez, y escuché muchas canciones tristes. Incluso canciones de Taeyeon.

Luhan se le comprimió el corazón porque Sehun no olvidaba, porque ahora estaba usando todo eso que aprendió de él en su contra. De verdad se sentía el peor idiota de la historia.

—A nadie le interesa lo que estuviste haciendo —sisió con saña, quería causar dolor. Quería que Sehun sintiese el peso de sus acciones el doble. Que le doliera como le dolió a él. Que llorara la mitad de lo que él lo hizo.

—Tú me interesas —dijo Sehun, no obstante. Aunque la mirada la tenía neutra y oscura Luhan encontró amargura. Si realmente le estaba doliendo, entonces Luhan no se iba a detener.

—¿Se supone que debo creer nuevamente esa sarta de mentiras? Luhan se echó a reír con desdén. Le estaba doliendo, le estaba destruyendo la poca entereza de la que se aferraba pero lo iba a lograr.

Patito Feo → HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora