c a t o r c e

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Del regreso de Satanás, del príncipe de las patadas y las calenturas

Hacia mucho tiempo que Jongin no estaba en su ciudad natal, en su país natal. La brisa mañanera arropaba numerosos cuerpos, desde madres con sus niños para ir al colegio, jóvenes paseando a sus perros, ancianos alimentando palomas cerca de la fuente en la plaza, hasta él jugueteando por la acera con su mejor amigo mientras Minseok les decía que ya no eran niños para ir saltando por el rayado de las calles.

No obstante, a Jongin no le importaba mucho los curiosos sobre él, ni los griteríos de Minseok. A Jongin realmente le emocionaba el estar ahí con ellos, yendo a la facultad tranquilamente luego de unas semanas en la tierra que le vio nacer.

Sinceramente de Seúl no tenía recuerdos tan sólidos puesto que vivió en China desde pequeño, estuvo yendo de aquí para allá y nunca le molestó la distancia o el trajine; en China conoció a grandes amigos, conoció a Luhan y se enamoró perdidamente de Kyungsoo, el chico huraño que se negó a dejarlo entrar en su vida en primera instancia.

Seúl la ciudad de su padre junto a su madrastra y su medio hermano Taemin, y China la ciudad de su madre junto a su otra media hermana Fei. Nunca se sintió mal por dejar a un país para ir a otro, ambos países eran considerados sus lugares para vacacionar, ambos se sentían como su hogar aunque pasó más tiempo en China.

Luhan saltó sobre la línea amarilla y Jongin le empujó para saltar sobre ella en un sólo pie, Minseok le espetó que debían comportarse.

-Llevan haciendo eso desde que llegaron. ¿Qué no piensan madurar?

Luhan y Jongin se vieron cómplices antes de sonreír hasta borrar sus ojos de la cara.

-Nou.

-Já, niños.

Siguieron el camino por la cuadra antes de llegar a la facultad. Aunque el trayecto era largo, y bien podían tomar el bus, a Luhan le gustaba caminar y Jongin no tenía problema alguno. Era Minseok el flojo en caminar porque, «saben por algo diseñaron los buses y el metro»

El aire puro de la mañana le hacía bien, le recordaba cuando salía a sus clases en la universidad junto a Kyungsoo y en una cuadra determinada se separaban para tomar sus destinos hacia terminales de buses diferentes, en el trayecto charlaban de todo y hablaban como si hubiesen pasado días sin conversar. Antes de tomar rumbos distintos se daban besos furtivos y abrazos cándidos para luego prometer enviarse mensaje durante el día y seguidamente desparecían de la vista del otro.

Jongin no podía repetir la misma escena con Luhan y Minseok, pero al menos podía caminar porque le hacía recordar y añorar la rutina con su chico.

-Estamos llegando niños, comportense -cantó Minseok arreglando su ropa que, de por sí, ya estaba en extremo arreglada.

Jongin le echó una mirada prolongada a Minseok, el pelo castaño lo tenía peinado prolijamente, la ropa planchada, las trenzas de los zapatos anudadas perfectamente. ¿Hoy había revisión? Jongin se comenzó a arreglar su propia maraña de pelo.

-Minseok ¿Por qué estás tan arreglado? -Jongin preguntó, porque era cotilla. No podía evitarlo.

-Ah pues, ¿uno no se puede arreglar porque sí?

Jongin y Luhan se miraron para luego mirar a Minseok.

-Nou.

Incluso Luhan se arreglaba para hacer a Sehun morder el polvo como Tao le había enseñado, «Lo que no se arregla no se vende » decía aunque el dicho no iba así. Jongin por su cuenta se lucía porque era el novio bonito de Luhan y debía dar buena impresión delante de todos. Así que definitivamente Minseok estaba ocultando algo.

Patito Feo → HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora