v e i n t e

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El Fin de semana.

«Sulay»

El cuartito de Joonmyun se sentía frío, agradable para el leve sudor que le corría por la frente. Estaba echado sobre una silla descansando un poco a petición de Jongin, que al verlo lo primero que hizo fue compararlo con Gasparín. Necesitaba pensar, despejar su mente y disipar el dolor que todavía sentía en el área del tatuaje.

Estaba frustrado porque a medida que pasaban los minutos y las horas para Joonmyun los recuerdos de su salvaje sábado llegaban a él como fragmentos o rompecabezas que milagrosamente se iban uniendo uno a uno hasta formar la secuencia de un mismo recuerdo. Y cada cosa alojada en su mente, siendo parte de un día pasado de su vida, era terrorífico para el impoluto y siempre tranquilo para alguien como él, como Kim Joonmyun.

-Hyung, te preparé un té.

Jongin apareció con una taza humeante que olía demasiado bien, el olor incluso lograba relajarlo, así que no haciendo esperar más al moreno, tomó la taza y comenzó a beber el contenido verde claro que lentamente le estaba dando algo de paz a su perturbada cabeza.

Afortunadamente Jongin no preguntó nada, sólo asumió que Joonmyun estaba cansado y como era el jefe, (y no había nada qué hacer) le sugirió descansar mientras él revisaba algunas fallas que estaba presentando el computador del profesor Do Kyungsoo.

Al cabo de unas horas, Jongin anunció que debía llevar el computador hasta la oficina del profesor y, cerciorándose una última vez que Joonmyun estaba bien, se marchó con el aparato entre los brazos.

Joonmyun se halló solo intentando hacer algo para no sentirse tan senil, decidió revisar sus correos laborales porque era el niño perfecto de papi que debía responder correos de inversionistas que le doblaban la edad, vaya diversión.

Mientras tipeaba escribiendo de la manera más diplomática que un nuevo software no era conveniente en estos momentos para ninguna de las empresas que estaban involucradas en la toma de decisiones, alguien llamó a la puerta.

Joonmyun dejó su teléfono un momento a un lado, y se acercó a la puerta, más allá del cuarto al que osaba llamar "Lugar de trabajo" había un muchacho curioso viendo los estantes dándole la espalda, no llevaba ni por asomo el uniforme de la facultad y eso le llamó la atención sobremanera.

-Disculpa... ¿Puedo ayudarte..? -preguntó Joonmyun, quedamente y a paso lento acercándose al muchacho.

Y cuando este le miró de frente, Joonmyun prácticamente se quedó sin aire en los pulmones. Pelo corto y negro, una sonrisa muy inocente, hoyuelos en ambas mejillas, menudo cuerpo, no podía creer hasta dónde era capaz de llegar su suerte.

-Oh sí, estoy un poco perdido, quiero saber dónde está el salón de teatro.

Era la misma voz tranquila que le había hablado el sábado, llevándolo por las calles de Hongdae bajo el manto de la noche y las estrellas, la voz que le había acompañado en aquella extenuante travesía.

-¡Oh, pero si tú eres Lay! -gritó, no pudiendo evitar demostrar todo ese asombro que se le dibujaba en la cara.

El mencionado Lay lo miró como si tuviese monos en la cara, totalmente ajeno a su comportamiento, como si nunca en su vida lo hubiese visto, y como si no llevara en tinta negra su propio nombre.

-Me dicen Lay, ¿pero tú cómo lo sabes? -preguntó el chico cohibido, y asustadizo; y no era para menos, Joonmyun sabía que tenía esa cara de maníaco que siempre ponía cuando estaba muy nervioso.

-Lo sé porque pasamos el sábado juntos, ¿Recuerdas el bar, la pelea, el tatuaje?

Pero Lay no se movía manteniendo ese ceño fruncido, y retrocediendo pasos pequeños y poco disimulados lejos de Joonmyun.

Patito Feo → HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora