Una noche para amar
Luhan estaba ansioso. Había pasado todo el día de esa forma, y la noche no era ni por asomo la diferencia. Todos sus amigos estaban posiblemente en el quinto sueño, mientras él, a la una de la madrugada, limpiaba con afán en la cocina. Viernes de una semana cualquiera, de un mes perdido, y de un año en el que Luhan todavía no se ubicaba y demasiados sentires en sus manos ferras mientras limpiaba el mesón de la cocina. Todo estaba reluciente, brillante, pero él estaba perdido en la lejanía, en las manchas invisibles que se miraban todos lados, en las palabras de Sehun, en sus acciones y los besó que le robó en la entrada, y la salida de la facultad.
Sehun estaba sobrepasando los límites, debía detenerse. Desde la última vez todo ha estado demasiado extraño. Desde que Luhan se dejó llevar por sus impulsos y besó y acarició a Sehun a conveniencia, aun sabiendo que le estaba haciendo daño, todo se había venido abajo. Porque Sehun lo siguió buscando con sus labios, su cuerpo, y Luhan dejó que lo encontrara; en los armarios del salón de teatro, en el baño, detrás de la facultad, en los pasillos vacíos. Se siguieron buscando y encontrándose con insistencia, y bajo un silencio incómodo se despedían no sabiendo si habían firmado alguna especie de tregua en la que podía tocarse con posesión.
Luhan siguió con su labor, aplicando detergente en los platos que ya estaban limpios, brillantes; presionó con fuerzas sobre esas manchas extrañas, con ahínco se imaginó sobre los platos su vida, y él, borrando todo rastro de dolor y sufrimiento del pasado.
Luego de los platos, trabajó en el piso. Trapeó dos veces, y luego con un pedazo de tela pulió con cera hasta dejar la cerámica reluciente. Y siguió repitiendo el proceso, porque se hacían las dos de la mañana y él no tenía sueño; porque Tao, Kyungsoo y Jongin estaban dormidos teniendo buenos sueños mientras él estaba estancado en algún error, aferrado a Sehun como si la vida se le fuese en ello, hiriéndolo e hiriéndose en el camino.
Y aquello calificaba perfectamente como masoquismo porque mientras más daño le hacía a Sehun más dolor recibía.
Limpió la mesa donde comían todos.
También los asientos.
Recogió la basura
Y cuando se acercó a la puerta para dejar la basura en el frente y que fuese el servicio de limpieza del condominio quien se la llevase, se encontró con una sorpresa.
Delante de él, con un porte imponente, esos hombros que fácilmente reconocería de aquí a la China, vistiendo de ropas más negras que el alma de Kyungsoo, estaba Sehun, y no, él que llevase un pasamontaña no le iba a borrar el resto de características que Luhan conocía muy bien.
No obstante estaba sin palabras, para empezar ¿Qué hacía Sehun a las tantas de la madrugada en su casa?
Sehun, parado frente a él y portando una soga, se acercó a Luhan y sin guardar cuidado de quien pudiese verlo lo rodeó con sus brazos enrolló en su cuerpo la sogas que reposaba hace sólo un instante en sus manos y lo cargó sacándolo de casa y cerrando la puerta tras su salida.
-¿Qué carajo, Oh Sehun? -gritó Luhan, pero era demasiado tarde. Ahora no sólo era Sehun, al secuestro se había añadido Wu Yi Fan alias Maldito, me las pagarás por engañar a mi hermana, Kris.
Estaban parados en frente de su casa, con la oscuridad sobre ellos. Sehun lo había dejado en el piso y se había dejado el pasamontañas de gorro. Luhan seguía atado con una soga por todos lados, a duras penas podía moverse, y si lo hacía, estaba seguro que lo único que iba a amortiguar el golpe sería el rocoso piso. Ese maldito Sehun se las iba a pagar... en cuanto se soltara.
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Patito Feo → HunHan
Fiksi Penggemar«De cliché está hecho el mundo, básicamente esta historia no es la excepción. Secundaria Hangaek. El objeto de las burlas, Luhan, el Patito Feo. Sehun, un chico ridículamente popular. Una apuesta. Un mes. Un sentimiento. Un año después. Y un montón...