v e i n ti t r é s

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Ecos de amor

Sehun ha tenido siempre algo en claro, la comida de Luhan era por siempre, la mejor de todas.

-Tao lo admite, Minseok lo admite, incluso Jongin aunque sea amenazado por Kyungsoo, lo hace. Tengo buena sazón.

Y no era que Sehun solamente lo admitía. No era como si solamente tratase de admitirlo para que Luhan tuviese conocimiento de ello, era que él estaba en una especie de trance; no sabía si era porque tenía hambre o de verdad estaba probando el cielo en su boca pero ese ramen en su lengua, encontrándose con cada espacio de su paladar, sin duda alguna eran palabras mayores.

Tres altares le hacía a Luhan si así lo quería.

-¿En serio, no nos podemos casar? -preguntó, prácticamente cepillando el tazón, pidiendo más sin importar qué tan desesperado se escuchaba.

Luhan puso los ojos en blancos para luego echarse a reír significativamente de la osadía de Sehun. Pero la verdad tenía que ser dicha, esa era al menos la quinta vez en lo que iba de tarde que se lo proponía.

-Te dije que...

- Ah, ah, ya sé, ya sé -Sehun siseó moviendo sus manos y restándole importancia-. No está demás intentarlo.

Comer algo preparado por Luhan traía recuerdos muy gratos a la memoria de Sehun. Recuerdos de cuando juntos, sentado uno al frente del otro, disfrutaban de un tazón de esas delicias y sonreían, cuando Sehun se arraigaba a la vaga idea de que los días iban a borrar los vestigios de sus propios errores y que lentamente se iban a difuminar sus acciones dejando sólo una historia linda pronta a comenzar. Estuvo equivocado, y se confió, perdió mucho y hasta el sol de hoy seguía recuperándolo lentamente, con palabras, con acciones, con besos sinceros y miradas que lo desarmaban en el camino.

Pero los recuerdos ahí estaban.

Sehun quería ser transparente, porque era un hombre nuevo, diferente. Un hombre que iba a amar a Luhan sin reservas.

Tal vez sí, quizá la primera remembranza que tenía de Luhan fue cuando le dijo «Fíjate a la próxima» cuando Luhan no era una pieza invaluable para él, cuando era el Patito Feo sin gracia que le iba a hacer pasar la peor de las apuestas, cuando creyó que él no significaría lo que era actualmente. Su todo.

Luhan lo conquistó sin hacer gran cosa más que sonreír y ser él mismo; con todo y ese paquete de anomalías que venían por defecto. Lo enamoró hasta el hueso, hasta no poder respirar si él no estaba. Qué cosas, no.

Ya había entrado la noche en Seúl, afuera el ambiente se sentía fresco producto de las pequeñas garúas que mojaron el pavimento entrada la tarde. La casa se sentía inmensa, pero la sensación de soledad había migrado lejos; con Luhan inundándolo todo con su sonrisa, iluminando cada desolado espacio de lo que ahora podía llamar hogar, se sentía bien. A Sehun le gustaba el ambiente que se estaba condensando.

-Creo que voy a necesitar una ducha y ropa -anunció Luhan, una vez se hubo encargado de toda la loza sucia en el fregadero de la cocina Sehun.

Habían discutido porque no era necesario malgastar el tiempo limpiando, según Sehun, pero a sabiendas de cómo era Luhan de maníaco con la limpieza, terminó por acceder y de paso, ayudar.

-Voy a prestarte todo lo que quieras, puedes incluso acabarte mi champú -le dijo, acercándose tentativamente a su chico y dejando que sus labios rozasen al son de sus palabras.

-Tu ropa no va a quedarme -protestó Luhan, con los ojos cerrados. Adormecido en demasía por las caricias proporcionadas por Sehun-. Sabes, tienes migajas del pan que acabas de pellizcar; déjame quitarlo por ti.

Patito Feo → HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora