Sarah
Después de haber dejado el apartamento de Ian aquella mañana, y tras llegar al edificio y entrar con dificultades a mi habitación, lo primero que hice fue despojarme de mi ropa sucia y borrar cualquier rastro de evidencia en mi cuerpo, y , cubrir las marcas. Huí la mayor parte del día de cualquier interacción con el mundo detrás de la puerta de mi habitación. Ya había caído la noche antes de que fuera consciente en su totalidad. Salí al balcón y trepé por encima situándome en el. Recargué mi espalda a la pared detrás de mí y atraje mis piernas hacia mí. El ambiente cálido de la noche me estremeció de súbito. Un segundo estremecimiento recorrió mi espina dorsal, pero esta vez por los portazos furiosos que se escuchaban cerca en el interior del edificio, y con cerca era cerca en mi dirección.
—¡SARAH! —mi nombre cargado en cólera llegó a mis oídos. El terror se apoderó de mí. Fui incapaz de enfrentar lo que sea que viniera a continuación.
No me moví.
Escuche a la puerta de mi habitación abrirse con una fuerza brutal que se duplicó al impactar con la pared. De un momento a otro una mano tomándome por el brazo con fuerza me arrastró hacia el interior, lanzándome contra la cama. Fue entonces cuando todo fue más claro. Era Scott con un semblante sombrío y con los ojos inyectados en sangre. Era el enfado apoderándose de él. Nunca antes me había sentido tan timorata.
—¡Ni siquiera te lo voy a preguntar, vamos a descubrirlo en este momento! No capté sus palabras con determinación hasta que me llevo a rastras al cuarto de baño de mi habitación colocándome debajo de la regadera. El agua fría empezó a descender por mi piel y mi ropa. Mi uso de razón volvió a cobrar vida en ese momento. Instintivamente me puse a forcejear con Scott, sus dedos hundiéndose con fuerza en mis hombros me impedían la salida. La desesperación que sentía me estaba sofocando. Pero sabía porque estaba ahí. El maquillaje que ocultaba mi moretones se desvaneció con cada chorro de agua que resbala por mi piel.
—¡BASTA!— le grite entre desesperacion y la rabia. No podía abrir los ojos bajo toda esa agua.
—¡Scott, me estas haciendo daño! —le volvi a decir, pero esta vez mi voz se quebro. Él parecio darse cuenta y me soltó se súbito. La cascada de agua dejo de caer y finalmente pude abrir los ojos. El llanto quemándome en la garganta, y mis instintos amenazando por tomar acción. En un acto mi palma fue directo contra su cara y el olor ardiente y palpitante quedo como testigo. Despues de un instante de shock por lo que acaba de hacer, abri los ojos de par en par. Realmente le habia golpeado. Y aún así se quedaba corto. Scott no hizo ningún gesto de dolor. Era como tener la viva imagen de un robot. Pero, en sus ojos estaba esa expresión de confusión. ¿Acaso pensaba que yo no iba a hacer nada? No, no podía ser tan insolente.—¡Eres un maldito idiota!—bramé soltando golpes en su pecho. Lagrimas calientes empezaron a descender por mis mejillas. Volví a golpearlo pero esta vez de manera gradual, descargando toda mis emociones con cada golpe. Entonces sus manos me tomaron de ambas muñecas y me envolvió en un abrazó. El gesto me tomo por sorpresa, pero basto para detenerme. —Lo siento, joder. —me susurró con evidente arrepentimiento. Sin embargo eso no cambiaba nada, yo estaba ahorcada hasta el cuello de problemas que resultarían de la acción causa y efecto. —Tenemos que hablar. —dijo repentinamente. Sus manos pasaron a mi rostro y cuando le mire a los ojos lo supe. Preocupación, consternación...Todo era por mí. Si esa maldita cinta no hubiera existido, no tendría que enfrentarme a nada de esto.
—Estoy en problemas, ¿no?
Papá debe estar muy cabreado. —No lo culpó —. admitió. —¿Qué demonios estabas haciendo en ese lugar, Sarah? —No podía decírselo. Sí papá o él se enterasen del porque y con quién, estaría arrastrando a Paul. No lo haría. Se trataba de mí y de nadie más. Sólo había que dejar unas cuantas verdades fuera de la luz.
—Supongo que lo tentación por las actividades extremas es algo que tenemos en común. —respondí. Esa no era una mentira del todo. Scott entrelazó sus manos y las llevo detrás de su cabeza, como si mi respuesta le hubiese pesado.
—No sé que creer respecto a eso, Sarah.
—Puedes creer lo que quieras.
Escondió su cabeza entre los codos. Se estaba conteniendo por no explotar conmigo.
—No me puedes hacer esto, malditasea. Ya no estas segura. Nunca lo has estado. Conoces el protocolo, joder. —masculló.
—Que haya nacido bajo leyes y seguridad no significa que tenga que seguirlas. Se lo que es peligro, ¿no vivimos ya en el? —ironicé y continúe. —Ya deberían saber que algo como esto pasaría algún día, hay cosas que no podemos evitar, o tengo que recordar vuestro status en la sociedad.
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SUSTAINED
Teen FictionSarah Vursatti, una joven adolescente hija del Jefe superior del cuerpo de policías en Madrid, tras la muerte de su hermano mayor años atrás, quien tuvo un papel influyente en su vida le deja el profundo dolor que produce querer a alguien. Una her...