Capítulo 8

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Sarah

Cuando desperté con el sonido de mi móvil no esperaba que fuera una llamada de Paul para invitarme a salir a algún lugar fuera de mi conocimiento. Hace ya dos horas de eso, ahora nos encontrábamos en su auto y llegando a Valdebebas dónde se hacían la carreras nocturnas. Aún no sabía qué demonios hacíamos ahí, pero lo descubriría de una vez.

— ¿Vas a decirme que estamos haciendo aquí? O vas a arrestar a todo el mundo porque creo que se te olvido pedir refuerzos. Genio.

Se removió en el asiento y estiró los brazos en el volante. —Hmm—. Estaba pensando en algo como infringir la ley, bombón—.dijo entrecerrando los ojos y esbozando una sonrisa perversa...y seductora. Me miraba cautelosamente esperando por una reacción. La cual no le daría.

—En primera—dije—: no me llames así. En segunda—: ¡¿De qué demonios hablas?! —pregunté con cierta histeria. Si Scott se enterará de esto...o Papá...nos meteríamos en problemas de los ilegales.

—Paul...—susurré y este echó su cabeza hacia atrás en el asiento, sin quitar los brazos del volante. No parecía tenso, ni preocupado. Pero seguramente mi actitud miedosa le resultaba escandalosa.

Soltó un suspiro.

—No va a pasar nada que no tenga que pasar —. Dijo en un tono bajo y áspero. Mantenía la mirada fija en el exterior.

Incluso si nos atrapaban él buscaría asumir toda la responsabilidad, sin importar lo que yo tuviera que decir o pensar al respecto con esa decisión.

Tome una bocanada de aire e imite su postura en el asiento.

—Y bien, ¿Qué crimen vas a cometer?

Vi girar su cabeza por el rabillo del ojo, ahora ella yo la que mantenía la mirada en el exterior.

—Esta noche voy a competir. Y te he traído como espectador, considérate privilegiada—. Soltó con orgullo .

—Estas de coña, ¿verdad?

—No, Sarah.

Mierda.

Me giré para mirarlo y me encontré con su mirada puesta en mí , con ojos traviesos. No bromeaba.

Suspiré.

Abrí la puerta del copiloto y me bajé. Una cálida brisa me recibió acariciando la piel desnuda de mi espalda y hombros. Llevaba una blusa negra con fachada de strapple y su encaje en V que subía a mi cuello. Unos jeans y tacones bajos de punta triangular. Era un atuendo un tanto atrevido y formal para este lugar. Pero dado a que no sabía a dónde íbamos...aunque mi atrevido se quedaba cortó en comparación a la cantidad de chicas de piernas largas con cortos shorts y mini faldas que no dejaban mucho a la imaginación.

— ¿Nos vamos bombón?—dijo Paul que ahora estaba a mi lado y puso un brazo sobre mis hombros.

Aproveche ese momento para darle un codazo en las costillas.

—Te dije que no me llamarás así.

—Realmente lo que quieras no me importa—. Dijo en aliento, por el dolor.

Rodé los ojos.

Pelear con él era inútil.

Caminamos unos metros más adelante dónde la gente empezaba a juntarse cada vez más. Debía ser el punto de partida. A medida que avanzábamos la música que estaba sonando se escuchaba más alta.

Era música electrónica. Desconocía el DJ más no el género.

Algunas miradas se posaban sobre nosotros con cautiverio. En algún momento Paul me apretó más a su lado, en un gesto de protección. Llegados al punto dónde se amontonaba toda la gente nos ganamos aún más miradas, como si fuéramos personas de otro maldito planeta.

O Paul era conocido o nos habíamos convertido en extraterrestres o algo en el camino.

—Paul, compañero rival. ¡Bienvenido! — Una figura masculina salió de entre la multitud. Un chico corpulento, bastante varonil.

Siegel...masculló Paul entre dientes. Ambos asintieron con la cabeza en modo de saludo.

— ¿Y quién es esta guapa acompañante tuya? Tener la atención hizo que se revolviera el estómago. Realmente lo detestaba.

En un acto Paul me rodeó por la cintura apegándome hacía él.

—Cuidado, Siegel. Ladeo la cabeza.

—Te gustan las adivinanzas, ¿eh?... —Muy bien, déjame adivinar. Entrecerró los ojos y puso una mano en su barbilla, pensativo.

Mi identidad amenazaba con convertirse en un juego.

—Si querías saber mi nombre, solo tenias que preguntármelo. —advertí.

—No es necesario, su nombre es Sarah.

Esa voz...

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