Capítulo 15 (Extra)

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Scott

La salida en conjuntó se volvió una cajita llena de sorpresas. Fue curioso que las cosas se volvieran algo extrañas alrededor. Podía ignorar las cosas en su momento, sin embargo mi trabajo era no pasar nada por alto. Y eso incluía a los que me rodeaban. Para ser honesto no me importa si eso requería violar la privacidad. De no ser por eso no haría un trabajo magnífico.
Al final termine descubriendo de que iba tanto misterio. Me enteré por Jarrick que Ian Bauder había vuelto y que se había relacionado con Sarah desde entonces. Cuando y cómo no lo sabía, pero el que Jarrick estuviera haciendo su trabajo de manera excepcional lo facilitaba. Aún no entendía porque Sarah no lo reconocía. Cuando teniamos cierto grado de vida sin obligaciones y prioridades...Ian, Colton y yo la pasábamos juntos. Tal vez un poco más yo que Colton. Él dedicaba más tiempo a Sarah, ya que era la única de nosotros que estaba creciendo sola. A veces como hermano mayor, uno carga con la responsabilidad de sus hermanos si tiene que ser necesario. Yo entendí eso cuando tomé su lugar. Y eso fue lo que Colton hizo con Sarah en el pasado. Dado que nuestro padre vivía para su trabajo, dejando a un lado a todos, fuera de su vida...Algo que nunca voy a perdonarle del todo, ni yo, ni Colton. Pero sobre todo, Sarah.
Si algo tenia que ver todo esto, era una respuesta razonable. Sin embargo, a pesar de, todos hemos cambiado de como éramos antes.

Él regresó de Ian me intrigaba, e inquietaba. No teníamos previsto que fuera a regresar. No debió haberlo hecho. Madrid era el lugar dónde lo perdió todo. Todos perdimos algo. Pero más que perder, el que regresará significaba que tarde o temprano el pasado amenazaba con volver. Y no era bueno.

Salí de mi oficina y me dirigí a la de mi padre. Lo encontré bebiendo y con un aspecto afligido. —Desde cuando el Jefe rompe las reglas —refunfuñe.

—Tú lo haz dicho. Soy el Jefe.

—Pudo ser otro el que te encontrará así y reportarlo para su beneficio. —dije entre dientes. Teníamos ya considerados problemas como para que él decidiera ser uno de ellos.
—Siempre tan recto, hijo. Podrías ocupar mi lugar y sin duda serías mucho mejor que yo.
—No es tiempo para que te pongas a decir incoherencias, Francesco. Y realmente no lo era. Teníamos asuntos que atender. Dejo la copa casi vacía sobre el escrito y me miró a los ojos con suspicacia. Una pronunciadas lineas se marcaron su frente.

—El hijo de los Bauder ha vuelto. Se paró de súbito, y, tomo la copa y la arrojo en algún punto detrás de mi. Todo pasó muy rápido frente a mis ojos, provocándome una reacción tardía.

—¡¿Cómo es eso posible?! —bramó soltando un puño sobre la mesa. —No quiero a Sarah cerca de él.

     Demasiado tarde, Padre.

—Ya es tarde para eso. Ellos ya se encontraron. —Mejor dicho: él la encontró a ella. Francesco se pasó una mano por el pelo.

—Nunca tuvimos previsto esto—. Declaro. Era correcto, no teníamos previstas muchas cosas y las situaciones estaban tomando rumbo propio. Retador para mi gusto.

—¿Lo ha reconocido? —preguntó. Él esperaba que no lo hiciera. Y no se equivocaba, llevábamos una ventaja ahí.

—No. — repliqué.

Francesco pareció aliviado ante ello.

—No podemos hacer nada. No por ahora. Esta vez veremos el juego desde el desconocimiento —. Dijo—Informa a Jarrick de todo lo que necesita saber empezando por el principio.

Asentí.

—Sí eso es todo, no podemos arriesgarnos a perder. Las consecuencias...No debe haberlas. Lo sabes, Papá. —dije secamente. No hubo signos de reacción él. Se mantuvo como una piedra.

Me di la media vuelta y abandone su oficina.

Para las ocho de la noche ya estaba saliendo. Después de un largo día de asuntos que atender e investigaciones, me sentía molido. En el edificio culminaba más la paz en el vestíbulo que en el resto de él. Casi pude sentir mis músculos relajarse cuando entré en él, abandonando toda pesadez y tensión. Desvíe la mirada unos metros por delante de mí y como si no hubiese sido más que una casualidad que lo hiciera en su dirección, me tope con ella entrando al edificio. ¿Qué estaba haciendo aquí?

Caminé por inercia hacia ella.

—¿A qué has venido? —Le cuestioné. Me resultaba turbio que Alena hubiese venido hasta aquí. Abrió sus preciosos labios pero no dijo nada. Me pareció que se volvió a replantear la respuesta. — Desvío la mirada. —Vengo a ver a mi hermano ¿te importa? —espetó  con esa voz que le salía de odio cuando quería provocarme. —Mientes. Tú y yo sabemos que él no está aquí.  Si mi enfoque no me engañaba, la verdadera razón por la que estaba aquí era para decirme algo de lo que ya se había arrepentido cuando me vio.
Me miró fijamente y vi decisión en sus ojos. Y no me gustó.
—Se acabó, Scott. No quiero esto que tenemos. Este juego. <<¿Qué juego?>> Así no lo llamábamos.
—¿Qué es lo que no quieres? ¿La parte en la que tu y yo nos tenemos pero no somos exclusivos? Me acerqué a susurrarle en el oído. Se puso rígida. Apretó los labios y me miro con una mezcla de decepción e irá.

—No vine a darte explicaciones. Trago saliva. Y no me las daría, yo ya lo había dicho. Pero significaba que si esto terminaba ambos éramos libres de estar y hacer lo que quisiéramos, con quien quisiéramos. Y mi orgullo me decía que de mí no se iba a liberar tan fácilmente. Y tampoco iba a dejarla para la suerte de otro. Y mucho menos iba a dejarla abandonar lo que ella ya había aceptado. De un acto la tome del brazo y la arrastre hasta un cuarto de seguridad que había ahí. Estampe su cuerpo contra la puerta cerrada y le puse seguro rápidamente a esta. Me presione contra ella sintiendo como respiración subía y bajaba aceleradamente.

—¿Esto es lo que no quieres? ¿Estás segura?

—S-Si—. titubeó.

—Pues déjame convencerte de lo contrarío entonces. Cerró los ojos y su gesto me dijo que trataría de resistirse y decirme que no. Antes de que lo hiciera la besé. Me dio una bienvenida dudosa pero se rindió ante mí y nuestras bocas se tomaron con urgencia. La temperatura corporal subía. Me aferré a su caderas y deslice una mano por su muslo, después subiendo hasta su culo y apretándolo. Gimió en mi boca y eso me volvió loco. Mi sexo se puso duró y ella lo noto, clavo sus uñas en mi espalda ligeramente. Moví ágilmente mis dedos por su jeans y los desabroché, deslice mis manos haciendo contacto con su piel al mismo tiempo que estos caían conjuntamente. Ella sacó mi camisa y no la deje llegar a más. Quite el suéter que traía y sorprendentemente era todo lo que había. Admire todo su cuerpo y la volví a tomar, besándola con fuerza y demanda. <<A la mierda con el pacto de Paul y mío. >> Ya hace tiempo que había violado esa regla. Nos despojamos de los ultimo que quedaba sobre nosotros y nos fundimos en uno cuando la tome de los muslos y la eleve contra mí. Agradecí que las puertas fueran de metal y extremadamente fuertes.

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