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Y un día te echas al agua sin si quiera saber flotar, por necesidad tus piernas te responden. Y sin darte cuenta ya estas agarrando el ritmo, luego te fijas que estas estancado, y usas tus manos como remos sobre el agua. 

En plena marcha te quedas sin aire, y usas todo lo que has aprendido para lograr mantenerte a flote. La peor parte es cuando ya sabes cómo nadar, lo haces en dirección a la orilla y a la final mueres justo ahí.

ChapuzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora