[30] Natare

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Natare subió a la superficie tomando la mayor cantidad de aire posible en una respiración

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Natare subió a la superficie tomando la mayor cantidad de aire posible en una respiración.

— ¿Entonces el plan de hoy es morir asfixiado? —preguntó Ryan, reprendiéndolo con la mirada—; ¿desde cuanto hacer la piscina sin respirar se volvió parte de la estrategia? El oxigeno es vida, muchacho.

—Está bien, Ryan. No lo presiones hoy —contestó Dixon.

—Es el último entrenamiento, hombre. Si no es hoy, entonces no hay otra oportunidad.

— Lo haré bien ahora, Ryan —informó Natare quitando sus lentes y arrojándolos al suelo —No tienen que discutir.

—Voy por un café —Ryan le pasó su tabla de anotaciones a Dixon y luego gritó al otro extremo de la piscina—; Llega hasta aquí y haz veinte flexiones —Nathan levantó su pulgar en aprobación.

Dixon aprovechó y dejo ambas tablas de anotaciones sobre el montículo de salida y se agachó en la piscina. Natare empezó a flotar de espalda.

—¿Estás bien? —curioseó su padre, aunque sabia la respuesta. Pero habían pasado cinco días desde que habían hablado y sentía que Natare estaba cada vez más triste.

Este fingió no escuchar, aunque lo hacía, a pesar de tener sus oídos bajo el agua. ¿Estás bien? Su madre y Dixón no dejaban de hacer esa pregunta, como si acabara de ser adoptado por una familia y le preguntaran si estaba cómodo con cada cosa; él pensó que fue claro al decir que los entendía a ambos y los perdonaba; porque lo era, y ellos seguían preocupados como si estuvieran nadando en un mar lleno de tiburones.

No estaba bien, debería estarlo, tenía una familia, amigos, tenía su deporte y unas competencias en las que enfocarse; sin embargo, hoy ya no quería saturarse en vueltas en la piscina sin descanso, tal vez porque sabía que mañana se iría de viaje y Annie estaría lejos. Quería olvidarla, olvidar sus sentimientos hacia ella, ir al lugar donde la besó y recoger su dignidad del suelo y llevársela consigo; en cambio no dejaba de escuchar su teléfono esperando una llamada que no llegó, conscientemente la buscaba al salir de la piscina en las gradas, esperando que viniera a saber cómo estaba.

Quería que aunque fuera un poco, estuviera preocupada por él.

Sentía que había hecho las cosas mal, que se precipitó un poco pensando solo en sus sentimientos y no los de ella; quizás si le hubiera dado un poco más de tiempo, Annie lo hubiera notado. Nunca le dijo lo que él sentía, tal vez debió sacarlo todo y no quedarse con esta sensación a medias, de nada le servía ahora.

Había tantas cosas en su mente. La mayoría se trataba de ella. Y debía pronto acabar, porque la verdad la sirena ni si quiera se había dado cuenta que el tiburón la estaba acechando; solo seguía nadando a sus anchas sin mirar atrás.

Nathan le arrojó agua encima.

—Solo tiene el corazón roto, tío —indicó su primo.

Dixon rodó los ojos, no se acababa de acostumbrar a esta nueva forma que tenia Nathan de llamarlo.

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