Las razones por las cuales una persona se zambulle en una piscina son variables, todo depende de quien sea, de donde sea, y para que lo hace. Para Natare, practicar natación es su boleto a la gloria, tiene tanto talento que hasta cuenta con un club...
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2009
Estaba esperando a que Arthur llegara para decirle la buena noticia. La buena y definitiva noticia de que había una fiesta sorpresa.
Annie se concentraba en mirar de un lado a otro con paciencia, hasta que por fin vislumbró la imagen de su amigo y salió corriendo en su dirección.
Arthur se sorprendió ante la escena y levantó sus cejas mirándola, con un pequeño rubor en sus mejillas. Observó como ella se planteaba frente a él en una sonrisa.
—¡Feliz año, Arthur! —exclamó sonriendo ampliamente. Tenía sus manos bien sujetas en las cuerdas de su morral e iba abrigada con un sueter que se veía caliente.
—Sí, feliz año para ti también...—respondió mientras se quitaba el gorro de Lana y dejaba su cabello al descubierto —. ¿Todavía sigues con ese extraño humor?
—¿Qué? ¿Te molesta? —soltó su agarre y levantó la mirada con reproche.
—No, claro que no Ana...—se rió, pasó su mano por el hombro de Annie y la empujó por el camino del centro comercial —, pero bien, ¿de qué se trata esta salida?
—Mi mamá si me está haciendo una fiesta sorpresa por mi cumpleaños.
—¿Ah, sí? ¿Estás segura? —comentó mientras sacaba su celular de su abrigo y se concentraba en el.
—Si —miró a Arthur que le daba pequeños vistazos a ella y seguía aún consultando su teléfono—, he acumulado pistas y... ¿Estas escuchando lo que te esto...¡Arthur!
Annie dio un brinco lejos de él. Entonces Arthur se sorprendió de pronto y su celular bailó en su mano hasta que lo sostuvo con seguridad.
—Eso estuvo cerca —suspiró, señaló a Annie —, estuviste cerca de tener que comprarme uno nuevo.
Ella colocó los ojos en blanco—: Si se cae de mis manos está bien. Pero no era yo quien lo tenía.
—Claro, en fin ¿Qué decías, Ana?
Annie exhaló con ahínco— Decía, que mi mamá si está haciendo una fiesta sorpresa para mi cumpleaños.
—¡Sí! ¡Qué bien! —Dijo exagerando la voz—. ¡Arriba el cumpleaños número dieciocho de nuestra buena amiga Ana! —Levantó la mano—, ¡Chócalas!
De un brinco Annie se estiró para atrapar los cinco de Arthur y su sonrisa volvió a su rostro.
Arthur al verla rió otra vez, y su cara se puso roja como un tomate.
—No me puedo acostumbrar a la versión Ana sonriente —negó moviendo su cabeza mientras soltaba una carcajada y continuaban el paseo. —Así que mañana nos vamos de fiesta.
