[1] Annie

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¿Qué tan difícil sería fingir que sabes nadar? ¿Cuáles son las posibilidades de zambullirte y darte cuenta de que tienes los dotes de la sirenita?

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¿Qué tan difícil sería fingir que sabes nadar? ¿Cuáles son las posibilidades de zambullirte y darte cuenta de que tienes los dotes de la sirenita?

Annie estaba enojada con la idea de tener que ir a una piscina con el hombre que estaba saliendo con su madre, pero igual tenía que hacerlo. En primer lugar porque su madre no era millonaria como para rechazar la oferta gratuita de Dixon, en segundo lugar porque era Dixon y cualquiera queja iba a terminar con una discusión, y en tercer lugar porque necesitaba con urgencia una actividad que fortaleciera su espalda.

Por eso, pese a estar en disgusto pensaba poner de su parte. Estuvo durante todo el camino repasando mentalmente el manual de cómo nadar que estuvo leyendo el día anterior, para evitar la vergüenza de que todos en la piscina pública se enteraran de a sus dieciocho años redondeados años se hundía igual que el Titanic.

Era consciente de que durante su vida había tenido bastante tiempo como para aprender a nadar, pero por extraño que fuera nunca lo había intentado porque su relación con el agua no había sido precisamente buena. No hacía mucho desde que se dio cuenta que algún momento debía enfrentarlo, sólo que para entonces ya era muy tarde.

Al llegar al complejo de piscina, leyó el letrero y observó el nombre "Stane". Eran las siete de la mañana del lunes. Annie no tenía clases ese día en la universidad, lo cuadraba para tener ese día libre. Después de todo, los lunes eran una peste.

Se hizo paso a través de la reja, vio como Dixon la observaba al extremo de una de las tres piscinas; lo saludó y suspiró pesadamente. A pesar de todo se sentía muy entusiasmada con respecto al lugar, había unas gradas como escalones gigantes al frente de las piscinas, que estaban cercadas para dividir a los espectadores de ellas por tubos pintados de rojo. Además en las paredes que cercaban el lugar había varios murales, el más notorio era el que enseñaba el logo del complejo junto con un montón de símbolos que parecían medallas con diferentes imágenes y escrituras.

Había poca gente en el lugar; lo cual la alivio porque su primer miedo de ir era encontrarse con una multitud que estuviera expectante a cualquier cosa que sucediera; como una nueva chica.

Lo que más le gustó fue el azul tan puro de la piscina, tanto que quedó hipnotizada con el color y la brisa que hacía. Caminó, sin considerarlo, hasta ahí, porque realmente estaba empezando a creer que el agua era azul, así que con cuidado estiró su mano para recoger un poco, al menos que durara lo suficiente en ella para poder darse cuenta que respetivamente eran las baldosas que le daban el color.

Nunca antes había estado en un complejo de natación, sólo había visto piscinas deportivas en las olimpiadas, y le encantó la idea de que fuera tan parecida a las que había visto en televisión, tendría que contarle esto a su mamá cuando llegará a casa. Tal vez fuera posible que Dixon todavía no se la hubiera enseñado.

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