[12] Natare

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Con el tráfico demasiado concurrido en el que estaba atrapado, en lo único que podía ocuparse Natare era en pensar en cómo Annie lo había tratado toda la semana durante el entrenamiento, eso aunado a lo distante que estuvo con él cuando la consigu...

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Con el tráfico demasiado concurrido en el que estaba atrapado, en lo único que podía ocuparse Natare era en pensar en cómo Annie lo había tratado toda la semana durante el entrenamiento, eso aunado a lo distante que estuvo con él cuando la consiguió con ese chico por el vecindario de Dixon.

Todavía debía estar enojada con él, después de todo el no había quedado muy convencido de su respuesta durante la competencia.

El tiburón de Odarp trazó un rastro de los hechos pasados y parecía que después de llevarla a la universidad ella se comportó de esa forma tan distante con él.

¿Pero que había hecho que arruinara el ambiente entre ellos?

El entrenamiento había sido pesado para él, con el esfuerzo para la segunda y última fase de las regionales; ella en cambio nunca practicaba a su nivel. Así que el hecho de que Annie solamente se acercará para decirle que no le comentara nada a Dixon sobre que la encontró en su vecindario para evitar malentendidos con su madre lo hacía demasiado obvio.

Lo peor era que sentía que hasta con Dixon estuvo más agradable que con él. Y Natare estaba preocupado por el por qué.

No podía ser por la mentira que dijo sobre el colectivo ya que no fuese surgido la conversación entre ellos; por eso la causa no parecía ser su mentira. Además eso no era tan grande.

Natare apretó con fuerza el volante con un poco de exasperación y terminó recostándose del asiento tras un gran suspiro. Cada día de la semana la sensación creció más y más hasta que lo llevo a ese punto.

—¿Por qué estas enojada conmigo? —susurró.

Sin embargo por mucho que preguntó no pudo encontrar la repuesta.

Cuando llegó a su casa, luego de ir a la barbería a bajarse el cabello un poco, vio la nota que dejó su madre en la entrada con la dirección donde sería la fiesta, seguramente Carla había llamado.

Se miró al espejo sosteniendo la nota.

—Debería dejar de pensar en otras cosas, mejor vamos a lucir presentable para la ocasión —dijo para sí mismo.

Era una fiesta casual y el lugar tenía buena pinta. Había escuchado de él, pero no se imaginó que Carla estudiara en un colegio de tanta categoría que para que un reencuentro de un año tuviera reservado tal lugar. Era un café-cita con muy buen menú, así que estaba bien para él.

Fue a buscar sus zapatos y notó que faltaban, así que llamó a Nathan, fastidiado por que tomara sus cosas y no las regresara. Y lo obligó a ir a su casa a llevárselo.

—Natare, tienes más zapatos. ¡Para que tanto apuro! —se quejó Nathan al llegar a penas su primo le abrió la puerta.

Este agarró la bolsa donde los llevaba y los ojeó para asegurar que eran esos.

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