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—"Cocinando". ¿Esperas que me crea eso? Es tan obvio que alguien la hirió.

—No tienes que creerlo. Tienes que convencerte de creerlo. Es simple.

—¿Y qué si me lo creo yo? ¿Qué pensaran sus padres cuando vean la herida en su brazo? ¿Qué le diré a mi madre cuando vea el rostro de Chika?

—Que se golpeó con la puerta al entrar.

Ya era tarde. La hora rondaba más cerca de las dos que de la una de la madrugada.

—Eres más idiota de lo que pensé.

—Y tú no eres tan inteligente como crees.

—Hasta donde sé, Sasha es una chica adinerada que jamás en su vida ha necesitado entrar a una cocina.

—Mayor razón para apoyarme, ¿no? Sólo hay que atribuirle a su falta de experiencia el que se "accidentase".

—No puede ser tan estúpida.

—Y no lo soy —recalcó la chica.

Sentada sobre la cama con los brazos y piernas cruzadas veía como el par de idiotas trataba de ponerse de acuerdo. Había planeado quedarse a solas con su novio, pero Roku, apenas despertado su novio, le empezó a explicar la situación. Los había escuchado en silencio por un rato.

—Y sí, he entrado en una cocina. El personal siempre me trató muy bien.

—¿Estás de acuerdo con la idea de Roku, Sasha?

Fuera ya dejaba de llover. La única fuente de luz en la habitación era la lámpara sobre la mesa de noche.

—No tiene mucho glamour pero es lo que suena más convincente. Chika parece la clase de persona que puede golpearse contra una puerta.

—Habló de tu brazo.

—¿Qué? ¿Este rasguño? Sí... lo del accidente doméstico es suficiente.

Pero no era un simple arañazo. La herida de Sasha había sido cubierta con una venda que escondía la piel de su antebrazo. Aunque era algo que tal vez necesitaba intervención médica profesional, la chica había decidido quedarse junto a su dopado novio antes que ir a un hospital. Si le dolía o no, Sasha no se quejaba en lo más mínimo.

—¿Qué hay de Chika? ¿Dónde está?

—Durmiendo —señaló Roku—. Encontré el sedante que te dio y le hice beber un poco sin que se diera cuenta. Con suerte, despertará mañana a mediodía.

—Bien por mí. Al menos podré dormir en paz —Sasha se levantó de la cama e hizo ademán de querer correr a Roku de la habitación. Él entendió la indirecta y caminó hacía la puerta.

—Espera, Roku —el aludido volteó la cabeza y se le quedó viendo. Decidió irse después de que ninguno de los emitiera una palabra.

Sasha respiraba aliviada y también decepcionada. Finalmente tenía el tiempo a solas que deseaba pero no tenía las energías como para hacer algo al respecto. El peso de la noche le cerraba las pestañas y adormecía su piel. Fastidiada, se quitó la ropa con poco cuidado y la lanzó a un rincón de la habitación. Se metió semidesnuda a la cama y esperó a su hombre.

El chico, que se le había pasado noqueado desde la tarde del día anterior, no sentía una necesidad real de dormir. Aun así, también se quitó la ropa y se recostó a un lado de la chica, centrando su mirada en el techo.

—Está helando—Sasha se acostó de lado y acercó primero la cadera a su acompañante y después su torso—. Abrázame, ¿sí?

Él copió la posición de Sasha y le rodeó el vientre con el brazo derecho. Desde la garganta de Sasha salió un dulce gemido que le hizo estremecerse. La primera idea que le cruzó la cabeza era que la chica quería manipularlo a través de sus sugerentes acciones.

Yandere ImoutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora