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Tres de la mañana.

La fiesta había alcanzado su apogeo y no iba a hacer una pausa sino hasta que el sol hiciera el esfuerzo de colarse por entre las nubes de la mañana.

La gente que había llegado a las nueve aún estaba disfrutando el efecto de las drogas en el primer piso. Reiji no era el que la administraba, él no era tan arriesgado. Sólo hacía la vista gorda a los dealers que entraban a su discoteca. Y si llegaba la policía, él nunca supo nada.

Aunque en estos momentos, para olvidar la amargura que le produjo el ver a Elena en los brazos de otro hombre, debía de estar inhalando un poco de aquel buen polvo blanco en alguna parte.

Tatsuro, por otro lado, tenía que estar probando de la droga que sólo podía obtener del cuerpo de las mujeres.

Y Roku también.

"Soy una amante egoísta y avariciosa", le había dicho Elena. Dentro de sí, deseaba que Roku sufriera algún tipo de tortuoso castigo si no podía satisfacer a su voraz amiga.

Lamentablemente para él, esa era la situación. Todas las personas con las que se había reunido aquí, estaban disfrutando individualmente y lejos de él de los placeres que ofrecía la vida.

Una navidad solitaria no era el deseo de mucha gente. Pero, entre eso, y tener que pasar la noche junto a una chica loca que posiblemente lo estaría bombeando hasta dejarlo seco, definitivamente prefería como regalo para este año una navidad solitaria.

—¿Por qué no hablas conmigo, Kyu-san?

Pero Santa no lo había escuchado.

Desde hacía una, tal vez dos horas, había estado bebiendo lentamente, vaso a vaso, de cierto whiskey escocés con agua que había sacado del minibar de Reiji, ignorando lo mejor posible a la chica sentada junto a él en la barra.

Al principio fue fácil. Ella no decía mucho y si decía algo, era algo a lo que podía responder sin explayarse demasiado.

Se había pasado la mayor parte del tiempo concentrado en su botella, llenando metódicamente la parte inferior del vaso frente él, cambiando los hielos cada cierto tiempo y regulando su respiración a cada movimiento que hacía. Todo iba mecánicamente bien hasta que la chica le habló directamente.

—No me gusta que me ignoren —continuó Sasha—. Y menos cuando estoy tratando de entablar una conversación.

—Disculpa... En serio, lo siento —respondió en voz baja—. Tengo la cabeza en otro lado.

Sasha entrecruzó sus dedos bajo su mentón y apoyó el rostro en ellos.

—¿En dónde, si se puede saber? —le preguntó.

¿Qué le había dicho Ryu? Algo de actuar cortésmente y hacerle sentir que hacia pequeños progresos. No había dicho nada acerca de provocarla o hacerla enojar. Seguramente, porque no hacerlo era lo mejor para su bienestar.

Por otro lado, Roku le había dicho algo diferente: "Dile que aún piensas en tu antigua novia. Has que se enfade lo suficiente para que muestre su verdadero rostro".

Sí debía decidirse por una de las dos posturas, elegía la más directa. Quería ser él quién tuviera el papel activo por lo menos una vez.

—Pensaba en Marina —respondió, manteniendo la mirada en el vaso en su mano—. Sigo pensando en ella.

Bebió. Más para regular su ritmo cardiaco que para saciar su sed. Esperaba que eso fuera suficiente para provocar algo en Sasha.

—¿Aún la extrañas? —le preguntó ella, con un tono de voz algo demasiado suave. Como si lo quisiera consolar.

Yandere ImoutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora