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Era tarde por la noche, cerca de la una de la madrugada. A esa hora ya todo estaba cerrado, al menos, en ese vecindario. El centro de la ciudad seguramente desbordaba en colores de neón, pero eso no lo sabía la pequeña Chika.

Su rubio cabello caía libre por su espalda, piel tersa como la seda y hermosos ojos esmeraldas. Aunque no era muy voluptuosa para su edad, tampoco era una tabla. Pero eso no era un asunto que le preocupase ahora.

Su madre, que trabajaba en otro distrito, siempre llegaba tarde y casi nunca la veía. Por otro lado, su hermano mayor estudiaba en la universidad y debería haber llegado hacía cinco horas.

Sola, y asustada por la situación, tenía todas las luces de la casa encendidas, mientras se armaba con el bate de su hermano.
—¿Dónde estás, Onii-chan?

Sí que estaba asustada. “¡Van a robar la casa!” o “¡Me van a violar!”, cosas como esas cruzaban por su mente. Estaba a punto de llamar a la policía para...

*¡Thomp!*

Algo golpeó fuertemente la puerta. Con un gran sobresalto, se acercó a la entrada y gritó:

—¡¿Q-q-quien está ahí?!

No hubo respuesta. Pero, por un momento, se pudo escuchar un breve sonido. Como el tintineo de cadenas tras la puerta.

—¡V-voy a llamar a la policía!

—Cccchhh...

—¡Ha...! ¡¿Q-quién es?!

—Cccchhhiiii...

—¡Aaaah, me van a matar!

—Cccchhhiiiikkaaaaa...

—¿Are?

La voz mencionó su nombre de una extraña manera, mientras el tintineo como de cadenas seguía junto con ligeros golpecitos en la puerta.

—Chiiiiikaaaa, abre la puertaaaa...

—¡¿Q-quién eres?!

— ¿Cómo que "quién eres"? ¿Por qué le haces esto a Onii-chan? Que mala eres...

— Onii... ¡Onii-chan!

Un interruptor cerró el circuito en su cerebro. El tintineo que escuchaba debería ser las llaves y los pequeños golpes debían significar que no las podía meter en la cerradura. Contenta, porque su hermano por fin había llegado, corrió alegremente hacia la puerta.

—Onii-chan, ¿por qué tardaste tanto? Estaba muy sola... ¡Aah!

Mientras abría la puerta, sus palabras se vieron interrumpidas de una manera muy peculiar.

—...¡Guh!

Al parecer, su hermano se había apoyado con la cara en la puerta. Así que al momento que Chika abrió la puerta, la gravedad hizo su trabajo.

—¡Ah, Onii-chan! ¡¿Estas bien?! ¡Aah, apestas a alcohol! ¡¿Preferiste irte a beber, en vez de venir a casa?!

—Disculpa, Chika. Onii-chan estaba triste porque su novia lo dejó. Así que decidió ahogarse en alcohol. Onii-chan es tan estúpido...

Dicho eso, empezó a llorar.

—¿Marina-oneechan hizo eso...? N-no llores Onii-chan, esas cosas pasan.

—¡¿Que sabes tú?! ¡¿Acaso alguna vez has tenido novia?!

—¡¿Eh?! ¡¿P-por qué dices esas estupideces?!

—¡Porque estoy ebrio! Maldita Marina, se fue con ese idiota extranjero. Más romántico, mis pelotas.

—No digas eso Onii-chan. Siempre tendrás a Chika, así que no estés triste.

Yandere ImoutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora