水曜日/water's day

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Han pasado cinco días desde que lo apuñalaron, ahora está saludable y tranquilo. Por lo menos saludable. Por ahora.

Esto podría ser un resumen de lo que pasó en los días en que se debatía su vida y otras cosas.

Miércoles

Mitad de semana. Mucha gente comenzaba a sentir que el fin de semana se acercaba rápidamente y que el descanso y la diversión ya estaban cerca.

Pero en un hospital, en donde la habitación y los servicios estaban ajustados al bolsillo de una oficinista cuarentona, ese sentimiento de leve relajo se desvanecía de la misma forma en que lo hacia el aliento en el frío aire de invierno. Ese día era dieciocho de Diciembre, faltaba una semana para Navidad, más allá de eso, ese día no tenía ninguna relevancia popular.

De vuelta a la habitación de hospital, donde el color blanco de los muros realzaba la sensación de frío, un trío de idiotas hacia su visita.

El primero, Minamoto Tatsuro. Alto y de complexión atlética, con un estilizado cabello largo que peina a cada momento. Bebedor como él solo y mujeriego hasta la médula.

El segundo, Fiorenccinni Ryu. El más gordo del grupo, tiene una soberbia incomparable debido a que su padre es un empresario extranjero. Su debilidad son las chicas.

Y la última, pero no menos importante, Himejima Elena. A pesar de su belleza y la facilidad con la que entabla relaciones con el sexo opuesto, sus gustos se inclinan más hacia su género. Tiende a explotar de vez en cuando.

¿Qué hacían personas tan singulares un miércoles por la mañana visitando a un tipo tan relativamente normal? Por supuesto que eran sus amigos. Pero seguro que no habían venido aquí para desearle salud y ánimo. No por las caras que traían.

El primero en hablar fue Tatsuro.

—Kyu-kun, tenemos que hablar de algo importante los cuatro.

Y le siguió Elena.

—Así es, Kyuntaro. Es de vital importancia que hablemos sin secretos ni tapujos. Somos amigos y debemos confiar mutuamente entre nosotros.

El apodado "Kyu-kun" y "Kyuntaro" no podía hacer nada más que extrañarse por la repentina visita de sus amigos, que ni siquiera lo saludaron y empezaron a hablar algo sobre un asunto importante.

Prefirió desviarse del tema, sea cuál sea.

—Elena... ¿Cuándo te teñiste el cabello?

Un interruptor se encendió dentro de Elena e iluminó sus ojos con destellantes brillos.

—¡¿Te gusta?! ¡Me lo teñí el pasado domingo después de que me aburrí del color que tenía antes! ¡Decidí teñirmelo rosa porque era lo que estaba de moda cuando pensabas en algo moe-moe-kyun y con estos lentes de marco ancho que me compré, mi imagen de neo-hipster esta completa! ¡Me lo iba a teñir de color...

Abruptamente, Elena detuvo sus palabras, y quedó con la boca abierta mirando hacia el techo mientras dejaba de recordar su dilema con la tintura. Se dejó llevar por la pregunta y se desvió del tema como toda una estúpida.

Y eso no le gustó.

Su rostro se volvió una mueca de ira y se abalanzó hacia el sujeto en la cama.

—¡Maldito bastardo!

Pero antes de que pudiera dar el primer golpe, Tatsuro la tomó por los pechos y le aplicó su técnica de rendición.

—¡Gah...!

Una mezcla de dolor y placer se apoderó de los pechos de Elena, quien cayó rendida al suelo.

Yandere ImoutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora