Dos horas de vigilia.
La sala de conferencias de la Bona Wutsa no tardó en llenarse. Estaban presentes los cargos más altos del Partido Retrospectivo, entre ellos el vicepresidente Udafor. Habían convocado también a varios representantes de los cuerpos de seguridad mundial, además de los científicos más brillantes del mundo que trabajaban en los laboratorios de Dacio Krasnodario.
El único que faltaba por venir era Dacio, que traería consigo a la mayor experta en microbiología que el mundo había conocido hasta entonces. Conforme esperaban, uno de los guardaespaldas de Vera le comunicó la información más reciente:
—El jet de Krasnodario está sobrevolando el norte del continente. Llegará en unos minutos.
—Bien —aprobó Vera.
—Acabamos de conseguir los restos del fuselaje del dron aéreo, y también las cajas negras —interrumpió Ima con urgencia—. Krasnodario se ha comunicado conmigo hace media hora.
—¿Qué ha dicho?
—Me ha informado que si ya han nebulizado el gas con la enfermedad, el dron también ha sido impregnado por el mismo. Su equipo de microbiólogos se está encargando de limpiar el fuselaje para encontrar algunas muestras y comenzar con las investigaciones lo antes posible.
—Perfecto, Ima. Muy buen trabajo. —Vera la felicitó, e Ima le dedicó una sonrisa forzada. No había tenido tiempo de echarse aquella siesta.
Vera se sentó en su sillón situado en un extremo de la mesa. Estaba rodeada de todas esas personas que debían ayudarla a salvar el mundo.
Ella carraspeó su garganta, y bebió un vaso de agua con incomodidad. Sintió cómo el líquido bajó por su esófago a través de una helada sensación. Percibió un regusto ácido, como si hubiera suciedad o veneno, pero entendió que la única toxina que recorría su interior era su propio miedo.
Un grupo de personas se incorporó a la reunión, y eso distrajo los pensamientos de la presidenta, que reconoció a una mujer custodiada por dos fornidos guardaespaldas. La señora llevaba el cabello mucho más corto que la última vez que la vio, y su pelo rubio se había teñido con varias mechas platinas. La mujer se acercó a ella, y le dio un suave y cortés beso en la mejilla.
—Clisseria. —Vera dijo su nombre con suavidad—. Cuánto tiempo sin verte. Me alegro de que hayas podido asistir.
—Dacio me dijo que era urgente —musitó Clisseria—. Si la situación lo requiere, estaré a tu disposición tan pronto como me sea posible.
—Lo sé, Clisseria.
Vera y Clisseria hablaron durante varios minutos, y aquella charla calmó un poco el ambiente. Sin embargo, Ima no tardó en interrumpir cuando informó de la llegada de Dacio a la Bona Wutsa. La sala se quedó en absoluto silencio, y Clisseria reservó un asiento vacío a su lado.
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Insomnio: Primeros Confederados | SC #1
Khoa học viễn tưởng¿Te atreves a cerrar los ojos? Si duermes, mueres. - Primera parte de la Saga Confederados. - La Tierra. Año 3510 d.C. El planeta llega a un nivel de contaminación elevado, y para prevenir una catástrofe causada por la polución, la humanidad inventa...