Capítulo 21: Una mirada al mañana

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Setenta y tres horas de vigilia

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Setenta y tres horas de vigilia.

La voz robótica de la Nostradamus indicaba el estado de la llamada:

—Reactivando comunicación. Sistemas de detección bloqueados. Estableciendo conexión con el centro de operaciones. Por favor, compruebe si el contacto se ha configurado de forma exitosa. Reinicie el programa de radio si la comunicación resulta fallida.

—Aquí, Nostradamus —intervino Faith—. ¿Me recibe alguien?

—Recibido —contestó Epicuro.

Tras unos segundos de interferencias, tanto Hanro como Faith pudieron ver en el monitor del puente de mando a sus compañeros. Epicuro les saludó con una amplia sonrisa y elevó las cejas con expectación, estaba impaciente ante el aviso de alguno de los pilotos:

—Ya estamos entrando en zona de riesgo.

La llamada se entrecortó por unas turbulencias de la nave. Los pasajeros podían notar los azotes del viento propiciado por la máquina de limpieza atmosférica. Con suerte, volvieron a establecer contacto con Epicuro y Vera. Cuando volvieron a verles, estaban tecleando con rapidez los códigos necesarios para desactivar el artefacto.

—Creo que no deberíamos arriesgarnos por más tiempo. Ya he oído las turbulencias. Es mejor desactivar la máquina —indicó Epicuro—. El período de los cincuenta minutos comenzará dentro de treinta segundos. A partir de entonces, tenéis que volver a desconectar la línea de radio con la nave. Estaremos en contacto mediante nuestros intercomunicadores personales. Tenéis que configurar un canal específico de radio. Descabezado os dará la frecuencia y la contraseña. Ya os hemos enviado la información.

Datos recibidos —afirmó el robot de Norak—. Enviando frecuencia «023-CDOB» con contraseña «3008900xzy» a los tripulantes de la Nostradamus.

—¡Recibido! —exclamó Hanro—. Ya se está configurando el canal.

—Canal configurado. Iniciando cuenta atrás.

Por cada número descendente que anunciaba la voz robótica de Descabezado, cada uno de ellos sentía que se acercaban a la muerte. El plan podría no salir a la perfección.

Y aquel sentimiento pesimista no estaba equivocado.

Cero.

—El radar informa que estamos a unos cien kilómetros de la máquina —enunció Faith sin apartar la vista del exterior—. Tan lejos pero a la vez tan cerca... Podemos verla desde aquí.

Conforme la Nostradamus se aproximaba, la visión del artefacto evolucionó desde un punto en el horizonte hasta una monstruosa torre que parecía infinita. Todos observaban, sin moverse de sus asientos, el paisaje casi ocupado en su totalidad por la envergadura metalizada de la máquina. Estaban tan atentos a cada trozo de hierro que daba una forma cuadrada al aparato, que ninguno miró a sus intercomunicadores.

Insomnio: Primeros Confederados | SC #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora