Pablo me lleva a casa e insiste en acompañarnos a Susi y a mí a Salamanca y yo decido no oponer resistencia, pues quiero estar con él el mayor tiempo posible. Necesito tenerlos a mi lado en este momento.
Los tres llegamos a la estación a primera hora de la mañana para coger primer el tren que podamos. A pesar de que no me queda ni una pizca de energía en el cuerpo, no he conseguido dormir en toda la noche. Cuando se me pasó el corto efecto de la pastilla que Susi me dio, la pasé yendo de la cama al sofá y del sofá a la cama una y otra vez. Di vueltas sin parar intentando aplacar el frío que todavía siento. Un frío tan profundo que ni el mismo Sol lo podría hacer desaparecer.
Al fin llega el tren y subimos a él para emprender nuestro viaje, el mismo que se me hace eterno y a la vez, fugaz. Eterno porque en mi interior albergo la pobre y triste esperanza de que todo pueda ser un macabro error y que nada de esto haya sucedido. Así que en cierto modo deseo llegar y comprobar que mis padres están bien y que nada ha cambiado.
Pero por otra parte es un viaje fugaz porque no quiero que el tren llegue a su destino nunca porque en realidad sé que todo esto no es un sueño y que, por desgracia, todo ha cambiado para no volver a ser igual jamás.
Recuerdo a mi hermano durante todo el trayecto e, inevitablemente, también recuerdo el momento en el que murió. Aunque la verdad es que no hay día en el que no lo recuerde así que no es tan extraño que lo haga hoy, pero dadas las circunstancias me duele y pesa más que nunca. Hay veces en las que la imagen del accidente se repite en mi mente una y otra vez y no lo puedo parar.
Veo perfectamente, como si estuviera pasando en directo, cómo cruzo una carretera, cómo se aproxima un coche a mí a gran velocidad y cómo mi hermano se lanza sobre mi cuerpo para protegerme. A partir de ahí suelen ser las lágrimas y la pena las que impiden el desarrollo del recuerdo, pero la verdad es que creo que todo lo que sigue es borroso y muy, muy doloroso.
A pesar de que he intentado miles de veces borrar esa escena de mi cabeza, no lo he conseguido. Al igual que tampoco he podido olvidar la expresión de horror de mis padres al conocer la noticia o de cómo lloraban cuando dimos sepultura al cuerpo de mi hermano. Cuando lo hicimos sentí que una parte de mí se iba con él, al igual que me pasó cuando mi abuela murió y como sé me va a suceder con mis padres.
Daría lo que fuera por evitar tener que verlos así, pero sé que no lo puedo evitar.
Intentaré ser lo más fuerte posible delante de mis tíos, con los que no me llevo muy bien, de hecho apenas los conozco, pero en algún momento, cuando menos lo esperé quizá, caeré de la nube desde la que ahora mismo vivo todo esto para darme de bruces contra la realidad.
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-Natalia no está bien Pablo. Parece tranquila, pero es imposible que lo esté. Aparte no ha comido nada desde ayer y sinceramente no creo que aguante mucho más sin que le dé una hipoglucemia...
-Lo sé Susi. Llevo todo el día intentando hacer que tome algo pero no lo he conseguido. No sé qué más puedo hacer.
Susi y yo estamos en la cafetería del lugar en el que Natalia y su familia velan a sus padres.
Éste es el lugar al que vinimos en cuanto llegamos a Salamanca y de donde no nos hemos movido desde entonces y la verdad es que tanto Susi como yo estamos agotados y, aunque no lo diga, Natalia también.
Ella no se ha separado de sus padres. Está completamente ausente. Los mira impasibles y deja la mirada perdida en la sala. Tanto familiares como amigo se le acercan a darle sus condolencias y ella apenas responde con una mirada.
En estas situaciones parece que el tiempo pasa de otra manera. Es muy extraño porque parece que llevemos aquí minutos y a la vez días enteros.De hecho, quizá la única referencia que tenemos del tiempo que ha pasado sea los cafés que nos hemos tomado.
No me siento bien. Es cierto que no me he separado de ella en ningún momento, pero me siento un inútil por no lograr traerla de vuelta al mundo real ni por un minuto. Haría lo que fuera por ella, pero el problema está en que no sé cómo actuar. Estoy completamente perdido.
-Pablo. –Dice Susi de repente en mitad de uno de esos silencios reflexivos ya tan normales entre nosotros. –Llévatela.
-¿Cómo? –No entiendo lo que quiere decir.
-Llévate a Natalia. Sácala de aquí. No se ha levantado de ese sillón en más de doce horas, sin contar que lleva sin dormir más de veinticuatro. Necesita descansar Pablo, y lo necesita ya.
Susi tiene toda la razón. Natalia tiene que desconectar un poco de todo esto.
-Está bien, la voy a sacar de aquí. Pero alguien se tendrá que quedar, ¿no? –Pregunto dando el último sorbo al café.
-Sí, yo. –Responde enseguida. –Yo me quedaré para recibir a la gente que venga y para excusar a
Natalia. Tú llévala al hotel y asegúrate de que descansa. Mañana nos veremos en el cementerio.
-¿Estás segura? ¿No quieres que me quede yo? –Le pregunto.
-¿Estás loco? ¿Acaso no te has fijado que la mayoría de sus primas te han reconocido? Tu integridad física correría un grave peligro. –Responde con una sonrisa. –No te gustaría quedarte a solas con ellas, créeme. –Me susurra al oído, lo que me provoca una risa que intento controlar por todos los medios.
-Está bien. Voy a por Natalia. Gracias por quedarte Susi. –Le digo abrazándola.
Lo cierto es que después del primer encuentro con Susi, la visión que tenía hacia ella era turbia y un tanto seca, pero después de conocerla mejor he descubierto que es una excelente persona y que se preocupa mucho por Natalia. La cuida y la protege en todo momento y, sólo por eso, ya me cae bien.
-No tienes que darlas. Ya sabes que por Natalia, si hace falta, apago el Sol. En eso tú y yo nos parecemos. ¿Me equivoco? -Pregunta sonriendo dulcemente.
-No, no lo haces. -Le respondo igual. -Por Natalia dejaría de ser quien soy. –Le respondo antes de encaminarme hacia Natalia y esperando lograr convencerla y no tener que cargarla a cuestas hasta el hotel.
Aunque lo cierto es que no me importaría tanto.
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AHOGÁNDOME EN TU ADIÓS
FanfictionNatalia es una chica cuyo pasado entraña una oscura historia. Su vida cambió por completo en el momento en el que se cruzó en su camino el exitoso canta-autor Pablo Alborán. Todos los derechos reservados. Obra registrada en Safe Creative. Código de...