CAPÍTULO #10

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No he podido dejar de pensar en ella durante todo el día. En la sesión de fotos no logré concentrarme ni un minuto, mi cabeza estaba inmersa en cómo obtener datos sobre Natalia que me ayudaran a localizarla y así poder hablar con ella de una santa vez.

Marta no perdía ninguna oportunidad, aunque fuese pequeña. Insistía en preguntar qué había pasado, pero yo no le respondía. No quería contarle nada hasta que todo estuviese más claro.

Cuando abro la puerta de casa me encuentro a Violeta vestida más guapa que nunca y junto a una mesa perfectamente preparada para lo que parecía una cena romántica en toda regla.

-Hola. –Me dice mientras se acerca para abrazarme.

-Ho-hola. –Musito.

-¿Cómo te ha ido el día?

-Bien, bueno, agotador. –Mi cabeza trabaja a mil por hora, pero no llego a ninguna conclusión.

Violeta me mira con expresión tensa y me pregunta:

­-Pablo, ¿sabes qué día es hoy no? –No tengo ni idea.

-Si te soy sincero… no.

-Increíble. Y lo peor es que no me sorprende… Mira el calendario de tu móvil.

Lo hago y en seguida encuentro sentido a todo esto. En el calendario hay una pequeña anotación en hoy que dice: “Aniversario” Mierda.

-Violeta yo…

-Tú nada Pablo. Puedo llegar a entender que se te pase porque eres una persona con muchos compromisos y a la que le faltan horas en el día. Puedo entender que no sepas ni en qué día vives y puedo entender que tengas que priorizar. Pero lo que nunca voy a entender es que cada día que pasa muestres menos interés por lo nuestro y no intentes ni solucionarlo. –Me dice tranquila, demasiado tranquila.

Intento decir algo, pero sigue hablando.

-Pablo me siento como un juguete que siempre está a tu disposición.  Estoy cansada de que no seas capaz de aclarar tus ideas y de que ni tú mismo sepas que quieres, así que te pido por favor que reflexiones sobre todo esto y que intentes llegar a una conclusión. –No sé cómo reaccionar. Sus palabras me han dejado pasmado.

Se hace el silencio. Nos miramos durante minutos, horas quizá, hasta que decide decir algo que, por lo que puedo percibir en su expresión, le duele.

-Me voy a ir, voy a salir de tu vida un tiempo. Cuando consigas aclararte, si quieres, búscame.

Y se va. Me deja solo, vacío junto a una mesa y una vela cuya llama se va apagando…

Susi y yo llegamos a la facultad. Ha insistido en acompañarme para impedir todo lo que pueda que la gente me atosigue a preguntas sobre lo que pasó con Pablo ayer.

Una vez dentro todo el mundo me mira y cuchichea a mi paso, no sé si voy a poder superar el día de hoy. Me he pasado la noche entera sin dormir y sin parar de llorar. Me siento fatal, no tengo energía para nada.

-Natalia cariño, me tengo que ir ya porque no llego. –Me dice Susi apenada.

-No te preocupes, estoy bien. –Miento.

-No hace falta que disimules, al menos delante de mí. No es bueno que te guardes todo lo que sientes, tienes que sacar todo lo malo fuera para que no siga creciendo dentro de ti.

-Lo sé Susi. Gracias por tu apoyo

-No las des. Luego nos vemos ¿vale?

-Vale. –Me da un abrazo y se va.

Cuando me doy la vuelta para ir a clase me encuentro a Cris que empieza a hablar conmigo como si nada.

-Hola Natalia. ¿Qué tal?

-Hola. Pues bueno, cansada.

-Venga, un último empujón que mañana es viernes y puente!!!

-No sé si eso será bueno o malo la verdad.

-Natalia, no sé qué te ocurre con Pablo, pero está claro que te está afectando. Si me lo permites te voy a dar un consejo. No te quedes mal con él. Yo no lo conozco mucho, ni siquiera escucho sus canciones, pero cuando ayer asistí a la charla que dio noté que es una persona muy cercana y muy noble con la que siento que se puede hablar de cualquier cosa. Pablo es razonable, así que te aconsejo que hables con él a las claras y que te saques la espina. Además, si te soy sincera a él también lo noté afectado. Creo que ambos necesitáis tener una conversación.

Sus palabras me hacen pensar y preguntarme si hablar con él sería la solución. Quizás haciéndolo supero mejor todo esto…

-¿Pero cómo lo hago Cris? No sé ni donde vive ni nada…

-Eso es un problema…

-Es que cuando no está ante las cámaras o cantando parece que se lo trague la tierra. No hay forma de dar con él…

 

 

No he podido dormir en toda la noche. Me puse con la guitarra, con el piano, con el yoga… Pero nada de lo que hacía me calmaba.

No paraba de pensar en lo que estaría dispuesto a hacer para volver con ella. Lo haría con menos reproches, quizá con más verdades. Volvería a besarla tocándola y sintiéndola más.

Acabé la noche sentado en el piano con esas palabras en la cabeza y con un sentimiento interno que me mataba. Y así, sin más, la magia volvió a hacer acto de presencia. Me refugié en la música y de nuevo, mi mejor cura fue componer una canción.

AHOGÁNDOME EN TU ADIÓSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora