CAPÍTULO #23

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El sonido del timbre me despierta. Alguien lo está tocando reiteradamente, así que no me queda más remedio que levantarme del sofá en el que estaba e ir a abrir la puerta.

En cuanto lo hago, Susi se tira a mis brazos y me abraza fuerte.

-Hola Natalia. ¿Cómo estás? –Me pregunta alterada.

-Hola Susi... Estoy bien, tranquila.


- Llamé a casa de tus padres ayer por la tarde y me dijeron que habías vuelto a Madrid. –Continúa.

-¿Tan mal estaba la situación...?


-La verdad es que no aguantaba más allí... -Le respondo abatida. –Pero, ¿por qué has vuelto? No hacía falta, estoy bien.


-Natalia, no podía dejarte sola. No voy a permitir que comiences el año sola. Por nada del mundo.


-Susi... Yo... Gracias... -No puedo decir nada más. La estrecho entre mis brazos mientras, por enésima vez, comienzo a llorar.

-Shh. Natalia, hoy no se llora. Hoy nos vamos a pasar el día en la calle. Año nuevo, vida nueva. ¿De acuerdo? –Me dice mientras me mira a los ojos.

-Cada año me digo lo mismo y al final siempre acabo igual.


-Pues el 2014 va a ser diferente. Ya lo verás. –Contesta con una dulce sonrisa.

De verdad que espero que así sea. Aunque, para ser justos, es cierto que la recta final del 2013 fue muy... intensa.

Todavía no he puesto a Susi al tanto de mi noche junto a Pablo, y la verdad es que no sé cuándo voy a hacerlo. Si no me mató la vez que fui a su casa para hablar con él, sin duda alguna lo hará ahora. No tengo remedio, y lo sé. No paro de meter la pata una y otra vez y realmente temo que al final ella se canse y deje de ser mi amiga.

Susi es espectacular, la mejor amiga del mundo. La quiero como si de una hermana se tratase. Y es por eso por lo que no quiero perderla nunca, jamás. No lo soportaría.

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La Navidad se acaba y, con ella, mis vacaciones.

Apenas queda un día para que regrese a Madrid y estoy terriblemente nervioso a la vez que asustado.

Ya tengo pensado cómo voy a afrontar la situación con Natalia, pero temo su reacción. Hace ya unos días que puse a mi madre al corriente de lo sucedido con Violeta y la verdad es que reaccionó mejor de lo que esperaba.

La noche en la que lo hice, estábamos los dos sentados frente a la chimenea, solos. Ya estaba bien entrada la madrugada, pero a pesar de la hora que era, empezamos a hablar y me dijo algo que me hizo pensar en que tal vez iba siendo hora de replantearme las cosas.

-Pablo, hijo. Quizá todo lo que ha sucedido con Violeta te ayude a averiguar qué es lo que realmente quieres.

Ya sabes que yo confío plenamente en el destino y que creo en que las cosas no ocurren pos casualidad. Por eso pienso que lo que ha pasado no es más que una ayuda, un impulso para que hagas algo de lo que no estás seguro del todo y que, por lo tanto, no te atreves a hacer.

Probablemente me equivoque al decir que ocultas algo, pero lo siento así. –De verdad que a veces pienso que mi madre es medio bruja. –Pablo, yo te parí y te conozco mejor que nadie. Sé cuándo vas a tomar una buena decisión y cuándo no. Por eso te apoyé en todo lo referente a la música desde el primer momento, porque sabía que llegarías muy lejos.

Hijo, quiero decirte que, sea lo que sea lo que te ocurre, confío en que finalmente harás lo correcto.

Estoy completamente segura.

Las palabras de mi madre me emocionaron y sobrecogieron. Ya habíamos mantenido alguna conversación así antes pero, por alguna extraña razón, ésta vez sus palabras me llegaron hasta lo más profundo de mi ser. De hecho, fueron esas palabras las que hicieron que encerrara en mi estudio hasta componer la canción con la que abriría mi corazón a Natalia.

No veo la hora de coger el tren, regresar a Madrid, y llevar a cabo todo mi plan.

AHOGÁNDOME EN TU ADIÓSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora