CAPÍTULO #5

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Me despierto confusa, mareada y sedienta. Me incorporo y lo primero que veo es a una chica sentada en el alféizar de la ventana. Me suena su cara, pero no consigo recordar de qué. Se gira para mirarme y sonríe dulcemente.

-Natalia, por fin despiertas. ¿Cómo te encuentras? ¿Necesitas algo?

-A-agua… -A penas puedo hablar. Tengo la boca y la garganta completamente secas.

-Por supuesto. ­–Se acerca a la pequeña mesa de la habitación y coge un botellín de agua. –Toma. –Me dice.

-Gracias. – Le digo en un susurro. Me bebo el botellín casi por completo. Poco a poco me voy encontrando mejor. No dejo de intentar recordar quien es la chica, pero la verdad es que sigo bastante despistada, ni siquiera recuerdo por qué estoy en esta habitación.

-Natalia, ¿por qué me miras así? –Me pregunta con expresión divertida.

-Bueno, es que estoy un poco mareada y la verdad es que no sé muy bien que está pasando. De hecho no recuerdo quien eres…

-AY!!! Pero seré tonta!!! Yo te conozco pero tú a mí no. Yo soy Marta Rivas, la manager de Pablo Alborán. Encantada. –Se me acerca y me da un ligero abrazo. Yo soy incapaz de responder. Lo he recordado todo. Ya sé por qué estoy allí. Sólo se me ocurre preguntar una cosa, aunque me temo que sé cuál es la respuesta.

-¿Pablo se ha ido ya…?

-Sí bonita, no quería dejarte pero se tenía que ir… Lo siento…

-No pasa nada, lo entiendo. –Era cierto que lo entendía, pero también era cierto que me sentía desolada por no poder estar desayunando en el Meet & Geet junto a las otras alboranistas y a mi ídolo. Una vez más me estaba perdiendo una experiencia única por culpa de mi maldita enfermedad.

La impotencia me superó y comencé a llorar desconsoladamente. Marta me abrazó para intentar tranquilizarme, pero no dio resultado.

 Al final el cansancio pudo conmigo y caí rendida en un profundo pero intranquilo sueño.

Intento pasar la mañana lo mejor que puedo. He desayunado con todas las fans, nos hemos hecho mil y una fotos y les he cantado algunas canciones. Pero la verdad es que no estaba al 100% con ellas. Una parte de mi mente estaba junto a Natalia, a pesar de que la llamada de Marta diciéndome que había despertado y que ahora dormía tranquilamente me había aplacado un poco los nervios. No veía el momento de regresar al hotel junto a ella para cuidarla y abrazarla.

Ya de vuelta en la furgoneta recibí una llamada de teléfono. Era Violeta.

-Hola cariño. –Le digo.

-Hola mi vida. ¿Qué tal? ¿Cómo te ha ido? –Me responde.

-Bastante bien la verdad. Ya estamos volviendo al hotel.

-Me alegro mucho mi amor. Saliste por la tele en el concierto, estabas tan guapo...

-Tampoco es para tanto. –No puedo evitar sonreír. Violeta es una chica muy dulce.

-¿Estás durmiendo bien?

-Sí, pero la verdad es que no veo la hora de echarme un rato en la cama y dormir. Estoy agotado…

-Pues descansa mucho vida. Por cierto, ¿cuándo vuelves?

-Lo intentaré. Mañana por la mañana cogemos en AVE

-Ah! ¿Tan pronto…?

-Vaya, parece que no quieres verme. –Se lo digo medio en broma, pero a decir verdad he notado que lo decía con poco entusiasmo, ninguno más bien.

-Pablo, no digas tonterías. Claro que quiero verte. Es sólo que contaba con tener un par de días más para terminar de resolver unos asuntos y poder estar contigo al máximo. Pero deseo verte ya. –No sé por qué su reacción me da mala espina. Como si me estuviera dando una respuesta comodín.

-Bueno Violeta, ya mismito me tendrás en Madrid. Yo también quiero verte ya. Un beso guapa.

-Un beso mi vida. Te quiero.

-Yo también te quiero. –Después cuelgo el teléfono. Ésta conversación me ha dejado un poco trastocado…

Antes de darme cuenta ya estamos en el hotel. Entro el él y veo que se ha concentrado un pequeño grupo de fans en el Hall. Me encantan estos recibimientos, de verdad, pero sólo por hoy me gustaría que no estuviesen. No porque no les quiera, sino porque necesito ver a Natalia lo antes posible. Pero una vez más hago de tripas corazón. Les firmo los autógrafos, me hago las fotos que piden y, por fin, cumplo con todos.

Llego a su habitación enseguida. Llamo suavemente a la puerta y me la abre Marta. Entro y ahí la veo, durmiendo en la cama como un angelito.

-Hola Pablo. ¿Cómo te ha ido?

-Ha ido bien Marta. ¿Cómo está ella?

-Está bien. Descansando. Hace un rato ha llamado el doctor para preguntar cómo estaba. Le he explicado que se ha despertado y todo eso y dice que es lo normal. Que una hipoglucemia suele dejar sin energía el cuerpo, y más, una tan severa. Así que ha dicho que lo único que tenemos que hacer es dejarla descansar.

-Vale. Llevas aquí muchas horas, si quieres me quedo yo con ella y así podrás relajarte un poco y ponerte al día con tus cosas.

-Me vendría bien, gracias por relevarme. Luego nos vemos en la cena.

-Gracias a ti por cuidarla Marta. Hasta luego. –Y se va. Yo me acerco a Natalia y contemplo de cerca como duerme. Parece una niña pequeña. Tiene una expresión tan dulce…

No haber dormido la noche anterior comienza a tener secuelas, estoy que me caigo de sueño. Dejo la guitarra en el alféizar de la ventana y me siento en la cama junto a Natalia.

La miro durante un buen rato hasta que, sin darme cuenta, me duermo con la cabeza apoyada en la misma almohada en la que se apoya la suya.

AHOGÁNDOME EN TU ADIÓSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora