"Los padres de Natalia han muerto" No soy capaz de sacarme esas palabras de la cabeza.
Después de mantener una larga conversación con Susi mientras Natalia duerme en el sofá, hemos llegado a la conclusión de que los tres viajaremos a Salamanca para acompañarla y ayudarla a superar la desgracia.
No paro de pensar en lo injusta que es la vida. Natalia es una chica que ni de lejos se merece que le pase algo como esto.
Recuerdo lo duro que fue cuando falleció mi abuela. Me costó mucho superarlo y, aún hoy, me duele pensar en ella. Por eso no quiero ni imaginar cómo lo debe de estar pasando Natalia o, más bien, cómo va a sobrellevarlo dentro de unos días, cuando la realidad se haga más evidente que nunca.
Si hay algo que tengo claro es que no voy a dejarla sola ni por un momento.
Quiero ayudarla y apoyarla para que le sea más fácil superar lo malo y para que pueda disfrutar mejor de lo bueno que nos depara la vida.
Y lo haré cogido, siempre cogido de su mano.
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Despierto desorientada, sin saber muy bien lo que ha pasado.
Lo primero que veo al abrir los ojos son los de Pablo, que me miran impasible. Está sentado en el sofá, a mi lado. En su cara hay dibujada una triste, a la vez que dulce sonrisa. Yo, sin saber qué hacer, sonrío. Pero hay algo que no encaja en todo esto. Algo en su expresión es diferente. Su sonrisa es forzada y sus ojos están lacrimosos, como lo están después de llorar.
Y así, de repente, recuerdo.
El terror a preguntar invade mi cuerpo pero al final, incorporándome, lo hago.
-Dime que no es cierto. Por favor Pablo, dime que sólo ha sido una pesadilla... -Le suplico en apenas un susurro, aunque en el fondo sé que no servirá de nada.
-Natalia. –Me responde tomándome las manos. –Ojalá pudiera hacerlo pero no lo es... Lo siento mucho. –Termina de decir con un hilo de voz.
Lo miro perpleja. No puede ser.
Antes de ni siquiera darme cuenta las lágrimas recorren mi cara. Un sordo y desgarrador grito emana de mí.
Pablo enseguida me abraza con todas sus fuerzas y aunque sé que está aquí conmigo, no puedo evitar sentirme más sola que nunca.
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Transcurren lo que parecen horas hasta que Natalia consigue calmarse o al menos, dejar de llorar.
Verla así me rompe el alma en mil pedazos y lo peor es que no puedo hacer nada al respecto. Cada uno de sus lamentos rogando al cielo despertar de la pesadilla, me hace añicos el corazón causando un dolor cuya única vía de escape eran mis propias lágrimas.
Después de secarle las últimas lágrimas que aún impregnan su rostro, Natalia me mira con unos ojos en los que claramente se ve el dolor, la pena y la rabia.
-Lo siento Pablo. –Dice mientras otra lágrima olvidada más, marca el final de la frase.
-Shh. No lo sientas mi amor, no pasa nada. –Le digo mientras la beso en la frente con todo el amor que soy capaz de darle. –No te voy a dejar sola ni por un minuto. –Le digo, ésta vez, mirándola a los ojos. –Voy a hacer todo lo que sea necesario para que estés lo mejor posible. Natalia, no era una simple estrofa la de "Cambiaría mi voz a cambio de una vida entera", sino que lo decía de corazón.
Ella me mira perpleja sin saber muy bien cómo reaccionar así que, después de besarle suavemente la mejilla, le digo;
-Natalia. Soy capaz de hacer lo que sea por ti. Voy a luchar para que podamos ser felices juntos. Nos lo merecemos.
-¿Tú crees? –Pregunta rotundamente.
-¿Cómo que si lo creo? ¿A qué te refieres? –Pregunto desconcertado.
-Me refiero a que no entiendo por qué me pasa esto a mí. Debe de ser porque en algún momento de mi vida hice algo que me condenó eternamente. –Consigue articular justo antes de empezar a sollozar de nuevo a lágrima viva.
-Cariño, no... -Le digo abrazándola de nuevo. -No pienses así mi vida. Las cosas pasan porque tienen que pasar. A veces les toca a unas personas y otras veces, a otras.
-A veces no Pablo. La vida parece que se ceba con alguien hasta que lo destruye por completo. –Dice nerviosa. -Conmigo empezó cuando tenía 14 años y no parece querer parar. Ya estoy cansada de que siempre sea así. Cansada de que cuando parece que todo me va un poquito mejor pase algo que me recuerde que nunca voy a poder ser feliz. ¡Nunca! –Natalia se viene abajo.
Yo no entiendo nada, pero aun así la aprieto fuerte contra mi pecho.
Sé que algo se me escapa, pero prefiero dejarlo correr.
No quiero remover el pasado, un pasado que, al parecer marcó mucho a Natalia.
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AHOGÁNDOME EN TU ADIÓS
Fiksi PenggemarNatalia es una chica cuyo pasado entraña una oscura historia. Su vida cambió por completo en el momento en el que se cruzó en su camino el exitoso canta-autor Pablo Alborán. Todos los derechos reservados. Obra registrada en Safe Creative. Código de...