3."Prohibido el paso. "

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-¿No? - preguntó uno de los cuatro chicos que me estaban rodeando. Este otro era pelirrojo, tenía parte de su rostro manchado por pequeñas pecas y sus ojos eran de un color verde azulado. - Entonces será por las malas.

Tomó mi mochila y tiró de ella, lo que provocó que mi cuerpo fuera hacia el mismo lado en el que recibí el tirón arrancando una de las correas en el acto. Abrió el cierre y comenzó a rebuscar todo lo que había dentro.

-¿Qué estás haciendo? ¡Yo no tengo lo que estáis buscando! - grité completamente asustada. Mi garganta comenzaba a arder y las ganas de llorar se hacían cada vez más presentes. - ¡Devuélvemela! - hice otro intento por intentar quitarle mi mochila y lo que recibí de vuelta fue un empujón aún más fuerte que el anterior.

Después de unos segundos interminables en los que ya había sacado la mitad de mis cosas, colocó la mochila boca abajo y todos los libros, estuches, hojas y agendas cayeron al suelo. Luego la lanzó hacia un lado y posteriormente tomó uno de mis libros y comenzó a romperle todas las hojas una por una mientras empezaban a reírse los cuatro a la vez.

La mano del primer chico que me habló, se posicionó sobre mi hombro y me obligó a girarme para enfrentarlo. Sus labios estaban curvados, esbozando una sonrisa y en su semblante se podía apreciar la diversión. Después su mano subió hasta la zona de mi cuello rozándolo suavemente, hasta llegar a posicionarla finalmente sobre mi mejilla. Me quedé quieta sin saber que hacer, observando como limpiaba las lágrimas que se deslizaban por mi rostro. Hasta ese momento ni siquiera me había dado cuenta de que había empezado a llorar, ahora tenía mi visión mucho más borrosa.

- Si colaboras todo irá a mejor créeme. - comenzó a decir, mientras acariciaba mi barbilla fingiendo estar triste al igual que yo. - Tu madre es la forense que se encarga de la autopsia, eso fue lo que nos dijeron... Lo único que tienes que hacer es traernos el informe una vez lo acabe y todos estaremos felices. ¿Entiendes? - preguntó asintiendo con la cabeza, buscando que yo hiciera lo mismo.

Todo ocurrió muy rápido por que realmente no sé cómo es qué tuve la valentía de hacerlo. Quité su mano de golpe y le empujé hacia atrás con fuerza pero él consiguió tomarme del brazo y clavó sus dedos en él causándome un indescriptible dolor al que le siguió un grito desgarrador por mi parte. Hice fuerza hacia atrás y le clave las uñas en la muñeca con la esperanza de que me soltara pero lo único que conseguí es que su mano se enredase en mi cabello y tirase con fuerza de él hacia atrás. Solté otro grito más fuerte que anterior, lo único que escuchaba a mi alrededor eran voces, muchas voces mezcladas que no conseguía distinguir ni entender lo que decían.

Coloqué mis manos sobre la mano del chico con la que me estaba sujetando del pelo con fuerza, pero lo único que sentía era dolor, mucho dolor y ardor en esa zona. Eché mi cuerpo hacia atrás y elevé mi pierna derecha apuntándole en sus partes bajas, para después golpearle con fuerza. Él chico soltó un grito seguido de numerosos insultos hacia mi, que ni siquiera logré entender ya que sin darme cuenta, en el instante en el que su mano liberó mi cabello debido al golpe sorpresa, mis piernas comenzaron a correr con rapidez.

-¡Id a por ella joder! - escuché como gritaba con rabia.

Ni siquiera me tomé la libertad de girarme y mirar detrás de mi, por que sabía perfectamente que me estaban siguiendo con la intención de atraparme. Después de unos cuantos minutos corriendo, era consciente de que necesitaba perderles de vista lo antes posible porque ya comenzaba a notar mi cuerpo fatigado y mi cabeza aún estaba aturdida y dolía.
No sabía exactamente a donde iba, tan solo huía con la intención de salvar mi vida, pero había algo bastante claro y es que ellos eran mucho más rápidos que yo.

De pronto comencé a reconocer las calles por las estaba. Me encontraba justo en el mismo sitio del que me marché y frente a mi podía divisar las cintas que la policía había puesto con palabras bien claras "prohibido el paso"  pero mi cerebro no era capaz de recabar la suficiente información para mandarle la orden a mis piernas y pedirles que parasen, que no debía entrar ahí que tenía que quedarme quieta y obedecer la restricción y... caso omiso.
Corrí hacia las cintas y las rompí a mi paso adentrándome en el bosque prohibido.

The devil you know.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora