29. Perdido Y Encontrado

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—Dean, tranquilizate—dijo Sam gentilmente.

—¡No puedo calmarme! ¡Se ha ido! ¡Es mi culpa! ¡Sabía que debería haber estado ahí!—habló Dean a mil kilómetros por hora.

—Dean, no es tu culpa. No es culpa de nadie.

—Voy a buscarlo.

Y Dean se fue a buscar a su ángel. Esos malditos demonios... pasó hora tras hora buscándolo. No estuvo seguro de cuanto tiempo había pasado, pero supo que había válido la pena cuando lo encontró a un costado de la carretera. Detuvo abruptamente el auto para revisarlo. Aún estaba vivo, gracias a dios. Entró en pánico, sin saber que hacer, sólo se quedó hay sosteniendo a Cas en sus brazos hasta que despertó.

—¿Dean?—dijo con voz áspera.

Dean lo miró.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó?

—Los demonios. Querían información. Dean, ¿estás bien?

—No te preocupes por mí, tú eres el que fue golpeado por un poco de información.

—Te ves como si no hubieras dormido en días.

—Horas. Estuve tratando de encontrarte.

—Deberías descansar, yo puedo manejar hasta el búnker.

—Vamos, Cas. Estás herido, estás sangrando. Yo manejaré. Estoy bien—mintió. Sabía que no lo estaba. Estaba exhausto.

—Dean, necesitas descansar ¿De acuerdo?

Dean suspiró.

—Bueno.

Le dio a Cas las llaves y caminando pesadamente se subió al asiento del pasajero. Buscó a tientas el cinturón hasta que lo encontró. Se lo puso y agarró la mano de Cas.

—Dean, debería tener ambas manos en el volante—murmuró Cas. No obtuvo respuesta.

Miró a Dean. Quien estaba dormido. Sonrió de lado y entrelazó sus dedos y manejó de vuelta al búnker con una sóla mano y una expresión de felicidad en su rostro durante todo el camino.

Destiel One Shots (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora