9. El Crimen Perfecto

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Cas era sólo un gatito cuando lo encontró. Había un pequeño gatito café claro en la mesa en la que estaba el pez dorado. Algo en este gatito lo intrigó y quería conocerlo. Trepó por la silla junto a la mesa.

—¿Hola?—llamó.

—¡Shh!—el gatito lo calló.

Trepó al brazo de la silla.

—¿Quién eres?—susurró.

—¡Dije shh! ¡Casi lo tengo!

—¿Tienes a quién?—Cas se subió a la mesa a su lado.

El gatito suspiró.

—Garth.

—¿Quién es Garth?

—El pez dorado. He estado tratando de atraparlo por una semana. Esta vez no se escapará de mí.

—¿Estás seguro? ¿El Sr. Shurley está de acuerdo en que estemos aquí?

—Relájate, Chuck nunca esta en casa.

Cas miró al pez dorado de más cerca.

—Nunca había  visto una de estas cosas de tan cerca.

—Es genial ¿No?

—Supongo. Es gracioso de ver.

—¿Qué más esperabas de un pez dorado? De acuerdo, aquí vamos. Voy a subirme a esta pecera y tú vas a agarrarme la cola para que no caiga ¿Lo captas?

—¿Porque me involucras a mí en el crimen?

—No es un crimen si no te atrapan.

—Pero eso no tiene sentido.

—¡Vamos, será divertido!

—No estoy muy seguro sobre tu definición de divertido.

—¿Qué eres? ¿Un gato o un ratón?

Cas estrechó sus ojos a él.

—Nadie me llama ratón.

El gatito extraño sonrió y empezó a trepar a la pecera, Cas sosteniendo su cola. Estaba en el borde de la fuente, preparándose para atrapar al pez.

—¿Listo?—preguntó.

—Solo hazlo—Cas habló alrededor de su peluda cola.

—¡Uno, dos, tres!—rozó al pez, quién se escapó nadando y se escondió en su pequeño castillo. Trató de alcanzarlo y atraparlo, pero su pata era demasiado corta. De repente, sintió algo escamoso en su pata. Lo agarró.

—¡Aja! ¡Lo tengo!—gritó triunfante.

Levantó al pez y repentinamente perdió el equilibrio. Cas trató de ayudar para que no se cayera, pero no funcionó. Ambos cayeron en la larga pecera, Garth nado lejos. Apenas podían mantener sus cabezas sobre el agua.

—Muchas gracias—lo regañó.

—Lo siento—murmuró en voz baja.

De repente, un loro aterrizó en el borde de la pecera y los miró a ambos.

—¿Qué están haciendo, chicos?—preguntó.

El gatito suspiró.

—Hola, Ellen.

—Dean, ¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes al pez tranquilo?

—Te dije que era un crimen—susurró Cas.

Ellen suspiró, tomó a los gatitos por la nuca y los dejó en el suelo. Se sacudieron para secarse.

—Gracias, Ellen—musitó Dean.

—Sí, gracias, Ellen—dijo Cas.

Voló de vuelta a su jaula, justo a tiempo para ver su huevo eclosionar.

Cas empezó a limpiarse.

—¿Qué fue todo eso?—preguntó Dean.

—¿A que te refieres?

—¡Se suponía que evitarás que cayera, no que bucearas conmigo!

—¡Te dije que lo sentía!

—Si, lo que sea ¿Cuál es tu nombre?

Cas lo miró.

—Castiel—respondió con un bostezo.

—Soy Dean—sonrió. Lo lamió en la mejilla—. Tenías una gota.

Cas, accidentalmente empezó a ronronear. Lamió su nariz.

—Tambien tú—sonrió.

Decidieron que era tiempo de una siestecita¹, así que se acurrucaron en el gran sofá verde. Cayeron dormidos, haciendo una pequeña y suave bolita de pelos.
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¹en inglés siestecita es "catnap", lo que hace gracias, ya que por separado "cat", es gato y nap "siesta" , por lo que tambien se puede entender cómo siesta gatuna.

Destiel One Shots (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora