Veneno

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Reconocedlo, los ojos de Mel dan miedito e.e

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Ahí, por el pequeño desfiladero. Al atravesarlo está la entrada al refugio de los proscritos

Melania miró con sospecha el pequeño paso entre las dos montañas de piedra.

- Y tan pequeño.

La joven dudaba seriamente que ella pudiera caber por ahí.

Cabrás.

- ¿Cómo estás tan seguro?

Percibo la esencia del antiguo montaraz en las paredes de roca y tu eres más menuda que él. Él puede pasar, de modo que tú también podrás.

- Muy bien- dijo ella, y se acercó confiada al hueco que le indicaba el espectro.

Tal y como este le había asegurado, Melania solo necesitó situarse ligeramente de perfil para que su anatomía cruzara el desfiladero.

Avanzó los pocos metros con los que contaba el paso con las manos apoyadas en la fría piedra. Una vez atravesados, la pared de roca se ensanchó dejando un pequeño espacio abierto, que a su vez, contaba con una abertura en la piedra, protegida con un enrejado de hierro.

Melania alzó una ceja, reconociendo el buen escondite con el que se había agenciado Hirgon, aquella cueva pasaba totalmente inadvertida desde el exterior.

- ¿Crees que esa reja se moverá?

No tires hacia ti, sino hacia arriba. Sácala de las bisagras.

- De acuerdo.

Tras situarse frente a la reja, la agarró con ambas manos para después hacer fuerza hacia arriba. Sus brazos no tardaron en quejarse debido a la fuerza empleada, pero no desistió. Trató de alzarla para tener vía libre, pero no fue hasta que notó una corriente de fuerza por sus brazos que lo consiguió. Melania volvió a hacer fuerza con los brazos y esta vez, la reja no opuso demasiada resistencia.

Una vez apartó la reja, Melania se agachó ligeramente para internarse en el túnel. Que, sobra decirlo, estaba completamente a oscuras.

Vamos a necesitar luz.

- Hasta que la consigamos... creo que sería mejor que te hicieras cargo, tu vista supera a la de cualquier mortal.

El espectro no contestó durante algunos segundos.

¿Segura?

Por una vez, Melania no dudó.

- Sí.

Como quieras, pues.

Melania comenzó sintiendo una pérdida abrumadora de la sensibilidad. Dejó de sentir la frescura que le proporcionaba la oscuridad, así como el suelo bajo sus pies, mientras que lo negro se volvía azul y pasaba a tener una clara percepción del interior de la cueva, influida además por la suave luz azulada que despedía su cuerpo. La joven se sorprendió cuando sus piernas comenzaron a moverse por el suelo de la cueva, pero a parte de sentirse incómoda, nada la perturbaba. Más relajada, Melania sonrió interiormente y se relajó, centrándose en percibir algo en la cueva, a pesar de ser consciente de que si hubiera algo que percibir, el elfo lo encontraría primero.

El elfo movió su cuerpo durante al menos una hora, y no fue hasta que Melania ya le había perdido el interés a la cueva, que un súbito resplandor anaranjado les indicó que alguien se acercaba.

De inmediato la chica recuperó la sensibilidad, y se contuvo para no jadear. Sabiamente, se detuvo de inmediato para no caer al suelo y que el ligero mareo no le afectara. No obstante, este la obligó a apoyarse en la pared, de modo que cuando el hombre se adelantó con la antorcha, lo hizo de espaldas a ella. Una vez el hombre dobló la esquina, el resplandor de su antorcha cegó momentáneamente a Melania, pero sus pupilas tardaron menos de lo esperado en adaptarse y reconoció la trenza pelirroja del antiguo montaraz. Carraspeó para llamar atención.

Sombras de MordorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora