Muerte (II)

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Tras el inicio de la batalla campal, Melania sonrió, se puso en pie y corrió por el tejado para saltar al suelo. Nada más poner los pies en tierra, desenvainó ambas espadas y con Azkâr remató a un orco moribundo que apenas se mantenía en pie.

 Nada más poner los pies en tierra, desenvainó ambas espadas y con Azkâr remató a un orco moribundo que apenas se mantenía en pie

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Su siguiente víctima fue un orco el doble de alto de ella que se interpuso en su camino. Sin embargo, estaba envenenado y no le costó deshacerse de él. Melania acabó con varios orcos sin apenas despeinarse, notando con gran claridad como las habilidades del elfo tenían su repercusión en su cuerpo.

Uno de los hombres de Hirgon nos está viendo, y con él, todos los esclavos de las jaulas. Demostremosles el poder de la Aparición.

"Me parece una idea fantástica."

Gira. A la izquierda.

Melania obedeció y evitó así una lanza que iba directa a su espalda. Esta se clavó en el suelo y la joven localizó al lanzador para después arrancar el arma del suelo, hacerla girar, y ensartar al orco. Oyó los primeros vítores. Se permitió una leve sonrisa.

¡Agáchate!

Melania echó el cuerpo hacia atrás, arqueando la espalda con una flexibilidad que no recordaba tener, evitando así una estocada circular que le hubiera cercenado la médula para después clavar a Azkâr en el cuerpo de su atacante. El orco de piel verdosa se echó hacia atrás con un quejido, intentado arrancar la espada rota de su pecho, pero Melania se lo impidió pateando la empuñadura y causando que se enterrara con más profundidad.

El hombre no se defiende y van a por él, será mejor que le ayudemos.

Melania agarró la espada del recién caído y luego la lanzó. Esta voló, bamboleante pero recta, hacia un orco que se acercaba al proscrito, quien se había quedado tan asombrado al mirarla que se había olvidado de defenderse. La espada le hirió las piernas al orco. El hombre parpadeó ante el repentino ataque y espabiló lo suficiente como para rematar al orco. Más vítores por parte de los esclavos.

¡Apártate!

No obstante, Melania no lo consiguió del todo, y sintió como una hoja le perforaba parcialmente el costado. Con un gruñido de rabia, se revolvió y mandó al orco al cementerio de un potente sablazo que le abrió la cabeza desprotegida por la mitad. Aprovechó unos segundos de asueto para recuperar su espada rota, que luego hundió con presteza entre los ojos de un orco de piel verdosa que no estaba envenenado. Su movimiento fue tan rápido que su oponente no pudo resistirse. Más vítores.

Se acerca uno por detrás.

La sacó del cráneo para luego girar con la espada quebrada en ristre y clavarla en el cuello del orco del que su compañero le había prevenido. Recuperó su arma para luego desviar una estocada con Urfael y al hacerlo forzó su costado, notando con mayor intensidad el dolor provocado por la herida. Con un gruñido, Melania guardó la espada quebrada para luego agarrar a Urfael con ambas manos y propinar un sablazo que desestabilizó al orco y le hizo bajar la guardia, cosa que ella aprovechó para atravesar la coraza de cuero endurecido y con ella, su sucio corazón.

Sombras de MordorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora