Aliados

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Os incluyo uno de los temas pertenecientes a la BSO, como podéis ver, perfectos para escuchar antes de iros a la cama para soñar con angelitos (¿ironía? ¿Qué es eso, se come?).


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Parada ante la entrada de la cueva, de pie en medio de aquellas dos paredes verticales que daban lugar a la entrada, Melania escuchó la voz del espectro en su interior.

Orcos cazadores. Han tenido que seguir al monstruo hasta aquí.

- ¿Cómo sabes que son cazadores?

Por las lanzas en su espalda. ¡Agáchate!

En el mismo momento que Melania flexionó las rodillas, una lanza se estrelló contra el techo de la cueva y ella rodó para esquivar una segunda. Al realizar el movimiento, quedó demasiado cerca de un orco, que enseguida alzó su sable hacia ella.

Melania retrocedió de un salto y desenvainó a Urfael. La espada de su padre detuvo el corte circular del orco, y mientras hacía fuerza con la espada, Melania le dio una patada en la rodilla a su oponente. Este retrocedió con un gruñido, pero antes de que Melania pudiera rematarlo el elfo volvió al hablar.

¡Al suelo!

Repitiendo la flexión de rodillas, Melania esquivó una lanza que tenía como objetivo hundirse en su espalda y que en cambio, atravesó el pecho del orco que ella acababa de rechazar. Sin preocuparse más por el orco recién asesinado, Melania giró rápidamente, con Urfael en posición horizontal y a la altura de su cadera, provocando así que la espada cortara limpiamente el estómago de otro orco.

Cuando esté retrocedió, Melania le dio un rodillazo en la barriga que lo tumbó en el suelo y una vez caído, le clavó la espada entre los ojos.

¡A la izquier...

Antes de el elfo pudiera acabar la frase, Melania sintió un duro y extremadamente doloroso golpe en el hombro. Sin poder evitar soltar un alarido de dolor, Melania cayó de rodillas al suelo con una lanza de punta dentada incrustada profundamente en su hombro izquierdo. Mientras hiperventilaba y se le nublaba la vista por el dolor, vio como un orco alzaba su sable sobre ella.

Melania cerró los ojos, pensando que su antigua premonición era cierta, pero un alarido le hizo abrir los ojos, a pesar de que notaba la vista cada vez más borrosa. Algo grande, fuerte, y de cuatro patas había atacado al orco, tumbándolo en el suelo y destrozándole la garganta. Con un escalofrío, Melania reconoció la silueta como otro monstruo igual que el que le había atacado dentro de la cueva. Melania tragó saliva al darse cuenta de que aquella bestia no tardaría en resolverse hacia ella, pues eran bestias asesinas que mataban a todo lo que se cruzaba en su camino.

La bestia gruñó en su dirección y Melania intentó apartarse. Sin embargo, las piernas no le respondieron a tiempo, y cuando el monstruo la derribó de un zarpazo no pudo evitarlo. Las cuatro zarpas del animal arañaron su carne con facilidad y Melania cayó al suelo con un grito.

- Lo siento, elfo- murmuró a duras penas.

No voy a dejarte morir.

Y en efecto, no lo permitió. Las sombras lo cubrieron todo y Melania vio como el elfo reincorporó (con un quejido de dolor) su cuerpo y armado con la espada, plantó cara al monstruo.

Sin embargo, antes de que el enfrentamiento entre ambos comenzara, cinco orcos se abalanzaron sobre ellos, dos hacia el elfo y tres hacia el monstruo. Al parecer, opinaban que aunque el elfo fuera una "aparición" entre dos podrían vencerle y más ahora que estaba gravemente herido. El espectro se encargó de sacarlos de su error.

Sombras de MordorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora