CUATRO

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Querido Germán:

Perdón por haberte echado el yogurt en la camisa, no fue mi intención, de veras, pero cuando me miraste con tus hermosos ojos avellana después de haber dicho en voz alta tu nombre en el comedor, entré en pánico y quise salir corriendo.

Aparentemente saltar con un vaso de yogurt abierto en la mano no es muy buena idea.

Atte.
Una muy avergonzada Gini

Querido GermánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora