NOVENTA Y DOS

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Sabado 4 (?

-Entonces... ¿donde piensas que se presente el chico este? -preguntó Anthony dandole otra lamida a su helado mientras caminaba junto con Gini hacia el estanque.

-La verdad no lo se, pero trata de permanecer conmigo todo lo que puedas y seguro lo averiguaremos.

-Pretendo quedarme contigo todo el tiempo que pueda -dijo Anthony mirandola a los ojos y logrando sonrojar su hermoso rostro.

-Vamos -dijo este tomando su mano y jalandola hacia donde se encontraba el mirador.

Al llegar Gini casi suelta lo que le quedaba de su cono. A sus pies en el agua se encontraba la cosa más hermosa que habia visto jamás. Un pequeño bote a pedales tiraba de un hermoso adorno de flores en el que se leia su nombre en colores rosa palido y fuerte ¿lo mejor? Estas pequeñas flores estaban dentro de lo que parecia ser una macetilla, osea que no tenian por que morir, sino que podria tenerlas y cuidarlas. Definitivamente Anthony habia entendido cuando ella le dijo que no le gustaba asesinar flores.

-Anthony -dijo mirándola con sus enormes y hermosos ojos café -esto es hermoso.

-¿De verdad te gusta? -pregunto el sintiendose demasiado cursi de repente, no podia ser que cada cosa de ella le gustara,  el amaba demasiado cada gesto suyo y de la forma en que lo miraba ahora... le era demasiado difícil mantenersr lejos de ella.

-Lo amo Anthony -dijo ella lanzandose a abrazarlo- eres genial -dijo casi en un susurro levantando la vista para mirarlo y ahi estaba de nuevo él, perdido en el café de sus ojos, el unico café que le quitaba el sueño y lo hacia soñar despierto al mismo tiempo. Su hermoso rostro enmarcado por su cabello ondulado y sus labios, dioses! Anthony iria al tártaro y de vuelta, pelearia contra cualquier dios griego, egipcio o romano por poder besar esos labios.

Gini se alzo sobre las puntas de sus pies para darle un beso en la mejilla mientras se sonrojaba ella misma y Anthony simplemente no pudo resistirse a su cercanía, a su aroma y al suave roce de sus labios. Tenia que hacerlo, tenia que hacerlo o moriría en aquel mismo instante. Asi que la tomó de ambos lados de la cara y se inclino hasta tocar sus hermosos y rosados labios con los suyos.

Por Zeus! Que divino se sentía en aquel momento. Si moria alli mismo estaba seguro de que se daría cuenta que se habia vuelto inmortal solo por probar aquellos labios llenos de gracia divina.

Querido GermánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora