DECIR TODO Y NADA A LA VEZ

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Su corazón le resonaba en el pecho como un tambor desatinado. Sus dedos emprendieron el ligero vuelo a través de las teclas de su piano, blancas como la nieve, pero traicioneras como el hielo pues en el escenario un desliz significaría la derrota, aunque, ¿qué importaba el concurso mientras que pudiera trasmitir sus pensamientos a los oyentes con una apasionada melodía?

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