El AEROPUERTO

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Se quedó tirada en el aeropuerto rodeada de gente y completamente sola a su vez. Permaneció encogida en las gélidas losas abrazando la pequeña maleta en busca de apoyo. Iba a ser una noche larga, muy larga...

Sus párpados actuaban como anclas. Sus pensamientos se veían nublados por el sopor, aun así en un acto de lucidez usó la maleta de tela blanda como si de una almohada se tratara, claro está, parapetando las cremalleras bajo su cuello. A pesar de todo el cansancio que acarreaba, el constante traqueteo de las maletas, el ruido de la cinta transportadora y los avisos por megafonía la mantenían en vilo. Quizás sería mejor así, si le llegaba algún mensaje al móvil o la llamaban, lo cual era todavía más improbable, debía de estar lo más atenta posible. Se mantuvo entre la frontera del mundo de los sueños y el real, aunque el mundo de los sueños englobaba el de Morfeo y el de los deseos. Claro está, cada minuto que trascurría, la esperanza que tenía puesta en el segundo lugar menguaba. Por el rabillo del ojo juró ver la familia americana. Su cuerpo actuó como un resorte. Cuando se acercaron apreció que no eran los que aparecían en los papeles de intercambio.

Quizás esos despreocupados rubios de ojos azules habían pillado un atasco. En el peor de los se podrían haber olvidado de ella. Tragó saliva. Le gustaría descartar esa opción, pero tras tres horas de espera cualquier cosa podría haber sucedido.

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