UN PARAÍSO DEMENTE

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Todos los niños crecen excepto uno, perdido entre cientos de mundos, acompañado con una tortuosa indecisión a la hora de elegir uno de ellos para conseguir una nueva vida, un nuevo hogar, pero todos lo intentaban tentar para que cayera en sus garras y se sumergiera en ellos, donde su alma se quedaría atrapada.

¿Por qué no oponía resistencia y simplemente dejaba que su corazón le guiara a uno de ellos? Ahí encontró su perdición, donde la cordura le esquivaba como si fuera el mismísimo Don Quijote. En un lugar de cuyo nombre no podía olvidar y que se negaba a abandonar, pues ahí se sentía vivo, rodeado de altas baldas repletas de libros que esperaban a ser recogidos por sus manos, trasportándolo a lugares distintos con gente nueva a la que conocer. Desgraciadamente la biblioteca no permanecía continuamente abierta y tenía que salir al mundo exterior.

Mas en aquel injusto y odioso lugar tenía un pequeño paraíso, inusual pero paraíso. Un hogar demente con la fragancia de libros antiguos en el que podía escapar de aquellas desdichas, un paraíso habitado por sus delirios de libertad donde no tendría que madurar.

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