Capitulo Ocho

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Brandon

Mis dedos un poco temblorosos acarician mis labios sin poder creer nada de esto, sin poder creer haber vuelto a sentir sus labios cálidos rozándose con los míos, entrando nuevamente en aquel maravilloso choque que causan numerosas explosiones en mi vientre, explosiones en mi cordura, explosiones que a su vez ocasionan un endurecimiento en mi entrepierna, sus labios son tan suaves. Con una sonrisa de hombre idiota observo el taxi donde acaba de desaparecer aquella preciosa rubia, mis verdes ojos no se apartan de la placa del auto amarillo hasta que este a lo lejos da la vuelta en una esquina. No la debo dejar ir, no podría volver a soportar la ausencia de tantas emociones en mi interior, no puedo volver a vivir como lo hacía sin ella si es que a eso se le llamaba vida. Tengo que recuperarla cueste lo que cueste.

Mi polo por la humedad que se ha instalado en mi pecho se pega a esa parte, el sudor no deja de cubrir la piel de mi cuerpo y eso no es para nada cómodo, no me gusta sentirme tan pegajoso, no me gusta para nada como me siento lejos de ella. Joder, me estoy volviendo nuevamente un adicto a aquella rubia, adicto a su sonrisa, adicto a su olor, adicto a esa manera de dirigirse a mí, a esa manera intensa de verme, adicto a su cuerpo, adicto a cada faceta de ella.

Y como toda droga al serse retirado, al alejarse de uno y la realidad dolorosa chocarse causa estragos. Al ella estar lejos de mí me doy la vuelta regalándole una sonrisa cordial a algunas personas que habían presenciado todo, al comenzar a alejarme de aquella cafetería donde la misma anciana mujer me observa dando unos aplausos y levantando sus pulgares al aire dentro de ese lugar ahora mucho más lleno. Al la cercanía ser ya desaparecida, al encontrarme lejos de ella, la realidad sin ninguna compasión me choca, de un golpe duro viene a mí.

Se ha ido, la he perdido por completo, en una esquina recuesto mi espalda en la pared mientras mi cuerpo cae al suelo provocando un sonido, veo netamente aquel árbol frondoso delante de mí que es marcado por un perro. Niego con la cabeza intentando espantar todo de mi mente pero es imposible, el dolor sigue ahí. La realidad literalmente me espero a la vuelta de la esquina al ver ahora a una niña yendo de la mano del que es su hermano. Ya no la tengo en aquí, ahora se supone que tendríamos que estar en la playa, caminando sobre la arena y ella diciéndome lo idiota que había sido por dejarla ir, y yo estando en silencio muy de acuerdo con sus palabras.

Ahora a la rubia la tengo en esta ciudad pero ella ya no está, aquella niña por el que intentaba dar todo, por la que me esforzaba para darle lo mejor del mundo se ha ido. La base se podría decir que me sostenía de pie para salir adelante la he perdido, al mi base desaparecer ahora solo me espera un poso oscuro en el que me sumerjo al la primer lágrima rodar por mis mejillas, lagrima que como es de esperarse le sigue otra y seguidamente una nueva más que rodea por mi mejilla llegando a su fin en mis labios que se mantienen entreabiertos en un intento vergonzoso de tomar el aire que me comienza a faltar.

El dolor en el pecho al Loana no estar a mi lado nuevamente es horrible, el ansia por tomar un poco de trago para que este peso que cae en mis hombros es grande al no tener su cabeza para olerla y embriagarme de su olor, es irritante sentirme de esta manera pero no lo puedo evitar, al igual que no puedo calmar está sed pro un poco de trago para cubrir está espantosa necesidad, al no tener a mi droga personal para poder saciarme puedo fabricar yo mismo una distinta manera de olvidarme de todo, puedo ahogarme en esa botellas de líquido amarillento que se ven cruzado las pista para calmarme, pero no lo hago, no hago eso puesto no soy capaz de verme más patético y odiarme a mí mismo al ver en lo que me estoy convirtiendo.

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