Capítulo 2.

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—Sting, —lo llamé—. Por favor guarda silencio, no quiero pelear de nuevo...

—Vamos, Natsu. —me interrumpió—. Si quieres estar en el equipo de nuevo sólo debes pedírmelo de rodillas, no con tu maldito orgullo herido.

 —La única persona aquí con el orgullo herido eres tú, Sting, porque yo no necesité de trampas y engaños para ser capitán. Pero a pesar de todo yo no pienso ni quiero estar en el equipo, ya no me interesa...

 —¿Te estas escuchando? —volvió a interrumpirme—. Tú Dragneel, sin duda eres increíble, increíblemente idiota. Te estoy dando la oportunidad de volver a lo único en lo que eras bueno y dices que ahora ya no te interesa, eres un completo imbécil.

—La única oportunidad que me estas dando es la de rebajarme a tus pies y yo no la tomaré, aunque en realidad ya no me importa el permanecer en el equipo. Puedes hacer de lo quieras con tu puesto de capitán, a mí no me afecta—dije y vi como sus azules ojos me escaneaban con curiosidad, por no decir que con sorpresa. Pero era la verdad; el equipo, el lacrosse o el mismo deporte ya no me interesaba. Ya no me preocupaba si había perdido mis abdominales, ya no me interesaba en tener el mejor cuerpo o si quiera el mostrar al desnudo mis músculos frente a las chicas. En 365 días al contado me había convertido en una persona completamente distinta, muchos creían que para bien y otras que para mal. Pero yo en lo personal me sentía más cómodo de esta manera: tenía las tardes libres, podía comer lo que quisiera hasta que me hartara y nadie me diría nada, no había nadie que me envidiara, me preocupaba menos y no estaba rodeado de malas compañías. Ser un estudiante promedio se había convertido en mi paraíso.

 —Como quieras, Natsu. Después vendrás a mí con la cola entre las patas. —dijo y junto a sus secuaces se fue a la mesa del centro, donde todos los miembros del equipo excepto Gray y Gajeel se encontraban, incluido Lucy, quien miraba con asombro la pequeña discusión que acababa de terminar. 

   Con el receso arruinado volví a clases y esperé pacientemente a que el profesor Gildarts terminara con las últimas 4 horas de clases, que sin duda se habían convertido en las más insoportables. 

   Y ahora estaba sentado en mi butaca nuevamente con los pensamientos perdidos, que sin darme cuenta entró al salón Erza; la recepcionista y secretaria de la directora. 

 —Perdón que interrumpa la clase, pero la directora necesita al joven Natsu Dragneel. —terminó la frase y en ese mismo instante la mirada de todos los ahí dentro se dirigió a mí.

—¿Ahora? —pregunté y causé nuevamente la risa de mis compañeros. Creo que me había convertido inconscientemente en su payaso.

—A menos de que tenga algo más importante como para dejar a la directora esperando; sí...

—Tengo que hacer un resumen de las primeras cincuenta páginas del libro...

—Natsu, —interrumpió esta vez el profesor Gildarts—. Eso era de tarea, al parecer no volviste a cumplir con ella —y de nuevo causé que mis compañeros rieran ¿acaso o hacía decía algo gracioso? 

—Natsu, no perdamos el tiempo y acompáñeme a dirección. —demandó la secretaria y como si mis cientos de huesos pesaran más de lo debido me levanté de aquella silla y caminé junto a Erza.

—No he hecho nada estos días, sino pregúntele a Gray o a Gajeel. Soy inocente de lo que sea que me esté culpando.

—No se haga el gracioso, Dragneel.

—No era un chiste, en verdad no he hecho nada. —volví a defenderme pero lo único que conseguí fue una mirada reprobatoria de Erza, de esas que te daban a entender o que algo hiciste mal o que ya lo estas haciendo y yo sin duda lo estaba haciendo. 

Enamorando al Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora