Capítulo 23.

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Hola, grandes lectores. Como lo prometí, hoy les traigo un pequeño maratón de tres capítulos para mimarlos un poco, pero también quiero dedicar este maratón a YoLeeoPorQueMeGusta1 porque hoy es su cumpleaños. 

Feliz cumpleaños, Mimi. Sé que al estar detrás de una pantalla no puedo felicitarte como se debe pero aún así quiero desearte lo mejor en este día como en los demás. Quiero que lo disfrutes, porque aunque pueda ser un día como los demás; justamente la tierra estaba en la misma posición que cuando naciste o cuando tuviste tu primer cumpleaños. Si necesitas un favor, ya sea para corregir, una portada, banner, etc; no dudes en pedirmelo que quiero regalarte algo y no sé qué cosa. 

 Seguiré a todo el que le deje un comentario de feliz cumpleaños en su biografía, así que más les vale que celebren con ella. 

Sin más, les dejo el capítulo.               

Maratón 1/3.

   Permanecimos en la arena, pero esta vez, Lucy era quien me abrazaba, esta vez era ella quien me protegía de la fría brisa y quien parecía dominar la situación, sin embargo me encantaba. Me gustaba la idea de saber que ella estaba haciendo todo lo posible por mi, y como yo también lo hacía, porque ciertamente lo hacía. Pensaba en todos los escenarios en que nos vimos, en todas las citas -no citas- que tuvimos, en todo lo que tuvo que pasar y en todo lo que perdimos; ella había perdido la joya de su inocencia y yo el pilar de mi burla... Nos habíamos perdido mutuamente y no creía ser quien ahora parecía. Yo no era romántico y mucho menos hostil. No pedía el amor de cualquier chica, no iba a fiestas por cualquier chica, no asistía a ridículas citas por cualquier chica, no dejaba que me golpearan por cualquier chica, no le regalaba mi primer beso a cualquier chica, ni hacía escándalos en la calle con cualquier chica, tampoco dañaba a alguien físicamente por cualquier chica y mucho menos prometía luchar por ofrecerle mi amor en toda su plenitud, pero ese era el maldito problema. Lucy no era cualquier chica y siempre trataba de convencerme a mi mismo de que sí lo era, siempre trataba de decirle a mi subconsciente que ella era mala y que me estaba cambiando, pero yo era un idiota y cada vez quería más de lo que ella podía ofrecerme, cada vez hacía una grieta más grande en su ser y no temía el destruirla, hasta hace unas horas cuando descubrí que me había enamorado de ella. 

—¿En qué piensas? —preguntó ella mientras revolvía suavemente mi cabello—. Llevas minutos haciendo muecas raras y supongo que debes tener muchas ideas en mente. 

—Me atormenta. —respondí y cerré los ojos para sentir como masajeaba mi cráneo. 

—¿Qué cosa? —preguntó de nuevo y paró el camino de sus dedos que ya se acercaba a mis ojos. 

—No poder... no poder ser lo que necesitas y hacerte esperar más de lo debido...

 —Eres lo que quiero. —me interrumpió y esta vez colocó sus manos en mis mejillas. 

—Pero no lo que necesitas. —dije esta vez yo y dejé nuevamente que mis pensamientos vagaran—. De verdad quiero intentarlo, no tienes una idea de cuánto lo deseo y yo nunca he deseado formalizar una relación, pero siento que hay algo que me impide el arrastrarte conmigo a la quiebra. Yo más que nadie sé como soy y lo que soy capaz de hacer, entre más vueltas les dé al asunto, entiendo que toda esta felicidad inicial que dices tener se evaporará y no serás feliz conmigo. Quiero prever lo que te pueda derribar, aunque eso sea rechazarte, justo porque me he dado cuenta de lo perdidamente enamorado que estoy de ti... 

—Pero... —me interrumpió y yo la interrumpí de nuevo: 

—No. ¡Escucha! —me separé de ella, sólo un poco para verla—. Yo no me enamoro como tú, ni como nadie. Yo no busco belleza exterior, tampoco busco inteligencia y mucho menos a alguien igual a mi, lo que yo busco en una mujer es superficial a lo que los demás creen, yo busco a alguien que me haga perder la cordura, a alguien que me haga querer ser cada vez mejor, a alguien con quien contar más allá de las creencias, a alguien que me quiera y que no quiera cambiarme, alguien que tolere mis virtudes y ame mi efectos... Yo ya había encontrado a esa persona, la había encontrado a la primera, la había encontrado sin esforzarme y sin embargo, su único defecto fue ser buena jugadora. Me engañó con mi mejor amigo y después se fue sin siquiera disculparse o explicarme cómo había jugado conmigo... 

—¿Qué te hizo? —me interrumpió y reí. 

—Lo correcto sería preguntar qué no me hizo. —respondí y no pareció conformarse—. Le conté mi pasado, mi presente y mi futuro. Le susurré mis sueños y le grité mis miedos. Le enseñé todos mis puntos débiles y se fue. 

—Yo no me iría. —dijo y pareció dudar hasta de su propia palabra. 

—Puede que no, puede que sí. El problema aquí es que yo no te dejaría ser infeliz a mi lado y no porque te quiera menos, sino porque me importas. 

—Dímelo de una vez. —demandó y cerró los ojos. 

—¿Qué cosa? —pregunté y me dediqué a observar cómo su piel era iluminada por la luna que cada vez parecía querer brillar más. Por primera vez en la noche observé su rostro con precaución y noté lo hermosa que se veía con la luz contorneando cada centímetro de su ser. 

—Que no quieres intentarlo. —dijo y comprimió su rostro. 

—Sí quiero, pero no puedo. 

Enamorando al Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora